sábado, 30 de junio de 2018


El Delta del Ebro: evaluación de junio 2018.
Iosu Marruedo


El Delta del Ebro es la mayor zona húmeda de Cataluña, con una superficie de 320 km2. Constituye uno de los ecosistemas acuáticos más importantes del Mediterráneo occidental y el segundo más importante de España por detrás de Doñana. Para preservar el difícil equilibrio entre su riqueza natural y la explotación por parte del ser humano, la Generalitat de Cataluña aprobó la creación del Parque Natural del Delta del Ebro en 1983.
Está incluído en la clasificación de las zonas húmedas euroafricanas con la categoría A (prioridad urgente).

Debido a su importancia como gestor de las relaciones entre el litoral y el continente, el Delta, y su futuro, han sido ya objeto de diversas entradas en este blog.
Además del valor intrínseco de esta zona húmeda, el Delta del Ebro constituye un intermediario insustituible entre los ecosistemas terrestres de la cuenca hidrográfica del Ebro y el sistema litoral de las costas de Tarragona y Castellón.

En artículos anteriores hemos analizado la historia y dinámica sedimentaria del Delta y las posibles causas de su retroceso desde los años 40 del siglo XX; también evaluamos los daños causados por la gran tormenta de enero de 2017 y analizamos el resultado de los trabajos de reparación (junio de 2017).

En todos los casos constatamos la existencia de procesos de erosión que afectan principalmente al extremo oriental (especialmente en la isla de Buda y la isla de San Antonio) causando retrocesos de la línea de costa de 10-15m/año.
Sin embargo, como veremos más adelante, en sus dos brazos, el brazo norte con la punta del Fangar y el brazo sur con la punta de la Banya, se registran fenómenos de acreción que poco a poco van acercando ambas puntas al litoral, marcando una clara tendencia hacia el cierre de las bahías (el Fangar al Norte y les Alfacs al Sur) y su conversión en lagunas interiores.

Esta evaluación de tendencias de acreción-erosión , está referida al período 1989-2018 (últimos 39 años) y ha sido realizada por medio de análisis de imágenes satelitales procedentes de datos de Landsat5, Landsat7 y Landsat8, procesadas con MultiSpec y QGis.

En la primera de ellas (Figura1.) podemos ver el conjunto sedimentario del Delta en una imagen procedente de Landsat8 del 21 de abril de 2018.
 Además de su belleza, podemos apreciar con claridad la acción de aporte de agua dulce (más fría), sedimentos y "abonado con nutrientes" realizada por el caudal del río Ebro sobre el sistema litoral. Esta imagen puede servir como respuesta a quienes creen que el agua que los ríos vierten al mar es agua que se pierde, que no sirve para nada. No es así, ese caudal vertido al mar, junto con lo sedimentos y nutrientes que transporta, es indispensable para el mantenimiento de la dinámica sedimentaria litoral y la supervivencia de los ecosistemas marinos.

Figura1.
Imagen procesada a partir de los datos de Landsat8. Falso color, bandas 7,3,6 (21 de abril de 2018).

Cabe resaltar el carácter húmedo y fresco de la primavera de 2018, con la consecuencia del aumento de caudal en el río Ebro.
El caudal medio del río Ebro en Tortosa durante el mes de abril de 2018 fue de 1267,00 m3/seg; el caudal medio en el mismo punto, durante los cuatro años anteriores fue de 451 m3/seg.
Esto supone una aportación del río que casi triplica la de años anteriores, y eso que los sedimentos de tamaño medio y grueso proceden tan solo de la parte baja de la cuenca hidrográfica (desde Flix a Tortosa), pues los numerosos embalses y canales de regadío retienen los sedimentos de la parte alta y media de la Cuenca Hidrográfica impidiendo su vertido en el Delta.

Sin embargo, lo que pareciera ser una buena noticia portadora de esperanza en la recuperación de la acción sedimentaria del río, no es tal. Es cierto que el Ebro ha recuperado durante esta primavera parte de su antiguo esplendor en las tareas de transporte y sedimentación, pero esto no es suficiente para revertir la tendencia de regresión causada por la acción erosiva del mar en el extremo oriental.
Apenas ha supuesto un pequeño frenazo en la velocidad de regresión del litoral Este del Delta.

En la Figura 2. podemos ver una animación con la evolución de los procesos de erosión-acreción en la zona Norte y Este del Delta del Ebro, mostrando los cambios de los últimos 39 años (mayo 1989-abril 2018).
Figura2. Acreción-erosión en el período 1989-2018.

Los puntos amarillos a la derecha de la imagen indican la posición de la desembocadura en 1864 (la posición del cabo Tortosa en 1864 es el punto amarillo izquierdo) y posición del faro de Buda (punto amarillo a la derecha) el cual, en 1918 se hallaba en "tierra firme" completamente integrado  en el conjunto sedimentario del Delta, quedando entonces la desembocadura unos 1140m más hacia su derecha (hacia el Este).
La zona sombreada en amarillo corresponde al perfil deltaico de 1989 y es utilizada como referencia para apreciar las variaciones de los años posteriores.
Durante estos últimos 39 años, se registran retrocesos de 573-596m en el litoral oriental, el más amenazado (islas de Buda y San Antonio).
Sin embargo, al norte, la punta del Fangar se va acercando discretamente hacia el litoral, con ganacias de 193m en  estos últimos 39 años, lo que parece indicar una tendencia al cierre de la bahía del Fangar y formación de una laguna interior.
La Figura3. nos muestra otra animación, en este caso con la evolución para el mismo período (1989-2018) del brazo sur (punta de la Banya).

 Figura3. Evolución período 1989-2018. Punta de la Banya, Delta Sur.

En la zona Sur los procesos de acreción son más intensos, ocasionando un acercamiento de la punta de la Banya hacia la línea del litoral. La zona sombreada en amarillo marca la referencia del contorno deltaico en 1989.
Como podemos observar, la entrada a la bahía de les Alfacs ha pasado de tener una anchura de 2804m en mayo de 1989 a 2463m en abril de 2018. Esta evolución parece llevar también hacia un cierre de la bahía de les Alfacs y su posterior conversión en laguna interior.

En la Figura 4. podemos ver los nuevos daños ocasionados por los temporales del mes de abril de 2018
Figura 4. : Nueva rotura del litoral en el borde oriental de la isla de Buda
Como consecuencia de la gran tormenta de 21-23 de enero de 2017, esta playa ya sufrio graves daños, con penetración del mar hacia el interior de la isla de Buda; la respuesta fue bastante rápida y para mediados de junio de 2017 los trabajos de restauración (aunque no se recuperó la superficie perdida) estaban practicamente finalizados.
De nuevo, ahora en abril de 2018, el mar rompe la playa y amenaza con salinizar las lagunas interiores. A mediados de junio de 2018 se iniciaron con caracter de urgencia las tareas de reposición de arena y cierre de la rotura, utilizando para ello la arena de la playa del Serrallo.
Nunca ha sido buena solución desvestir un santo para vestir otro. Tampoco en esta ocasión. Los trabajos de transporte de arena han sido denunciados por la organización SEO-Birdlife quien señala que dados el lugar y la época, estos trabajos causan un grave impacto en poblaciones de aves protegidas.
Y ahí estamos.
Intentando recoser un traje con poco hilo. Debemos admitir que no es tarea fácil.

Conclusión:
El Delta del Ebro cambia y evoluciona continuamente, y cambia y evoluciona como puede.
Evoluciona edificándose con los materiales que le aporta el río Ebro.
Evoluciona bajo la acción imparable del oleaje y corrientes marinas, que remodelan su contorno y redistribuyen los sedimentos.
Evoluciona y cambia también por la mano del hombre, sometido a las tareas de explotación de sus recursos naturales y a al mismo tiempo, recibiendo algunos cuidados necesarios para reparar sus heridas y preservar su salud (reposición de cubierta vegetal, construcción de diques ... .

La acción del mar ha variado poco en este último siglo; sigue haciendo lo que siempre ha hecho. Con sus tempestades, oleaje y corrientes, erosiona y redistribuye los materiales erosionados.
Los mayores cambios se han registrado en el continente, en la cuenca hidrográfica, y han consistido en la construcción de numerosos embalses, redes de regadío y cambios en el uso del suelo, con la consecuencia de reducir de manera notable la aportación de los sedimentos que en la desembocadura antes estaban destinados a construir el "edificio deltaico" y ahora ni siquiera llegan a Tortosa.

Sin regulación hídrica en la cuenca del Ebro, la cantidad de sedimentos que llegarían al Delta sería unas 300 veces mayor que la actual. Pero claro está, eso afectaría al uso del suelo y a la disponibilidad de regadíos, a la prevención de inundaciones ..... Es decir, se trata de elegir, de decidir cuanta agua y cuantos sedimentos quedarán atrapados en las políticas de regulación hídrica y determinación de uso de suelo.

Esas decisiones han sido adoptadas por equipos de gobierno autonómico y/o estatal integrados por personas reales, con nombres y apellidos, obedeciendo a intereses concretos y promoviendo un modelo de desarrollo de sostenibilidad discutible.
Cuando alguien alude al peligro de desaparición del Delta del Ebro como una de las amenazas derivadas del ascenso del nivel del mar consecuencia del Calentamiento Global, estamos ante un ejercicio de dilución de responsabilidades, de dispersión de culpas.
Si todos somos culpables, nadie es responsable. Quienes así actúan desde los medios de comunicación creen que la magia funciona siempre. La finalidad de este blog y de artículos como este es intentar que eso no sea así.

Nos tendremos que ir acostumbrando a un delta cada vez más achatado y con las puntas occidentales de sus brazos cada vez más cerca de la costa. Será más difícil (al menos para mí) acostumbrarnos a la desaparición y pérdida de la isla de Buda, actualmente uno de los mejores ejemplos de sostenibilidad y respeto a la biodiversidad que tenemos en Europa.



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