sábado, 24 de febrero de 2024

 Cambio Climático: reflexiones para una ética posible.

Iosu Marruedo. Biólogo

La Conferencia Científica de las Naciones Unidas (también conocida como la Primera Cumbre para la Tierra) celebrada en Estocolmo (Suecia) del 5 al 16 de junio de 1972, adoptó una Declaración que enunciaba los principios para la conservación y mejora del medio humano y un plan de acción que contenía recomendaciones para la acción medioambiental internacional.

En un apartado sobre la identificación y control de contaminantes, esa Declaración planteó la cuestión del Cambio Climático por primera vez, advirtiendo a los Gobiernos que debían tomar en consideración las actividades que pudieran provocar el cambio climático y evaluar la probabilidad y magnitud de las repercusiones sobre el Clima.

No obstante, el Cambio Climático no se planteó como preocupación principal. Los recursos hídricos, los mamíferos marinos, la desertificación, las fuentes de energías renovables, los bosques, el marco jurídico medioambiental y la cuestión del desarrollo sostenible (desarrollo compatible con la supervivencia de los ecosistemas naturales) fueron los asuntos que tuvieron preponderancia.

En 2009, un grupo de 28 científicos internacionales liderados por Johan Rockström (SRC) y Will Steffen (Australian National University) proponen un marco conceptual que evalúa el estado de 9 procesos fundamentales para la estabilidad del Sistema Tierra (globalidad de los Sistemas Naturales). A ese marco conceptual lo denominan Límites del Planeta convirtiéndose en referencia utilizada por diversos  organismos como la ONU, el Foro de Davos  ...

Clic sobre la imagen para agrandar (Fuente: SRC)


Desde entonces realizan evaluaciones periódicas generando informes para el 2009, 2015, 2017, 2022 y 2023. 

Atendiendo al último informe (2023), el Cambio Climático aparece en cuarto lugar por magnitud de la emergencia, detrás de:

1. la pérdida de Biodiversidad e integridad en la Biosfera,

2. la presencia de sustancias contaminantes en todos los Sistemas Naturales y 

3. alteración de los ciclos biogeoquímicos en suelos aire y agua. 

Sin embargo, ¿por qué se habla tanto del Cambio Climático y tan poco de los problemas señalados en los Límites del Planeta?

A veces tengo la sensación de que el asunto del Cambio Climático (sin desdeñar su importancia) se está utilizando como coartada o cortina de humo para evitar abordar las otras amenazas arriba señaladas (se me hace particularmente irritante el nuevo término de "refugiado climático" aplicado a la amalgama de ciudadanos que intentan huir de estados fallidos). 

Según mi opinión, creo que todo este asunto va mucho más allá del control y reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Va de poner freno a la contaminación de los Sistemas Naturales y cadena alimentaria (afectando a la Atmósfera, Biosfera, Hidrosfera ..) y además, va también de atenuar la desigualdad en la distribución de la riqueza (entiéndase como desigualdad en el acceso a la energía). Contaminación sistémica y desigualdad entre sociedades son los dos grandes problemas a enfrentar.

Las propuestas de solución serán diferentes según el diagnóstico que hagamos:

Si todo lo reducimos al control de las emisiones de gases GEI a la atmósfera, la Transición energética tal y como se conoce hoy, señala el camino de la solución en los países desarrollados. ¿Pero qué Transición energética cabe realizar en los países pobres? Si tal y como parece no habrá minerales estratégicos para sustituir todo el parque móvil mundial ¿quien se quedará sin su coche eléctrico, el ciudadano noruego o el ciudadano senegalés?.

Si abordáramos el problema de la contaminación sistémica, la única solución vendría de la mano del decrecimiento, de la reducción del consumo de materias primas y energía. 

Si enfrentáramos la crisis de desigualdad, debería articularse una Transición social para la mejor distribución de la riqueza, fijación de precios justos de las materias primas extraídas en los países pobres, regulación del tránsito en los movimientos migratorios ... El sistema económico de Libre Mercado debería someterse a estricta regulación por parte de algún organismo mundial (global, común) desmercantilizando los elementos base del bienestar humano (salud, educación, vivienda) asegurando el acceso universal a los mismos. 

Pero dejemos de soñar. ¿Qué puedo hacer yo ante estos retos? ¿Como debo situarme ante las llamadas a salvar el planeta? ¿existe una posición ética proactiva posible para el ciudadano?

Para aportar alguna luz que nos ayude a responder a estas preguntas voy a realizar un recorrido por algunos momentos y acontecimientos de la historia desde la postguerra (1945) hasta hoy, intentando explicar el contexto en el que se libran nuestras actuales crisis sociales, económicas y ambientales. Vamos a ello:

En 1992, Francis Fukuyama publica El fin de la historia y el último hombre. En este libro, sostiene que el mundo ha llegado ya a una etapa de estabilidad presidida por el triunfo definitivo del capitalismo neoliberal. Según Fukuyama, éste será el sistema de referencia donde se producirá el progreso humano tras la derrota final del socialismo. Lo que no había sido posible en 1945, ni inmediatamente después como consecuencia del enfrentamiento de la guerra fría, será posible ahora, una vez vencidos el relato fascista (1945) y el relato comunista (1991). Conviene recordar que la Segunda Guerra mundial se había librado en nombre de la democracia, la liberación de los pueblos y las mejoras sociales ligadas al estado de bienestar. Estas fueron las promesas frustradas, que ahora, según Fukuyama, por fín se podrán realizar: ....el progreso solo se realizará adoptando el relato neoliberal.... 

Los años transcurridos desde entonces desmienten este vaticinio de una era de paz y democracia universales (basta con consultar los informes del  World Development Report ). Y no es de extrañar.

Porque el objetivo del neoliberalismo no es retirar al Estado de la vida pública  sino subordinar todas sus formas de acción a las necesidades de la economía de Libre Mercado ("adelgazar" el Estado dejando el mercado en manos de los que entienden, como decía José María Aznar en 2001)No se trata de gestionar los efectos del mercado en la vida social, sino de producir el tipo de vida social que requieren los mercados. ¿Qué pasa entonces con la desigualdad, con la pobreza, con el conflicto y el malestar social? ¿Qué pasa con la democracia y la libertad de los pueblos?

Para la escuela de Chicago es evidente que en una sociedad abierta no pueden ganar todos: necesariamente hay muchos que van a perder. Su argumentación es ésta: el mercado opera como un juego de competencias en el que participamos todos. Y en los juegos, a veces se gana y a veces se pierde. Pero perder (según el pensamiento neoliberal) no es algo injusto en sí, es tan solo una de las posibilidades implícitas en el juego.

En este contexto, imponer una idea de sociedad (de colectivo) por encima de esas reglas de juego equivale a obstaculizar su funcionamiento y negar la libertad de los jugadores, rasgo que caracteriza a la sociedad abierta. Basta con recordar el empleo de la palabra libertad durante la crisis de la Covid-19, o algunas campañas electorales de partidos de la derecha (ej. en la Comunidad de Madrid), o más recientemente, la campaña presidencial argentina de Javier Milei. 

Sí, es verdad que hoy el sistema económico triunfante es el del capitalismo neoliberal, con su Libre Mercado o Libre empresa, como se le quiera llamar, con su resistencia (por todos los medios) a ser regulado o arbitrado por entidades o reglas que afirman buscar el bien colectivo, el bien común.

Durante la pandemia tuvimos la ocasión de experimentar vivamente el antagonismo entre los intereses individuales y los colectivos. Mientras unos individuos sacrificaban su movilidad, su seguridad (los sanitarios y personal de residencias de mayores por ej.) e incluso su salud y la de sus familias, otros solo vieron la ocasión de lucro, negocio y propaganda en favor de su chiringuito político. 

Los primeros se adherían a relatos colectivos, a veces, románticos, de solidaridad, de ... salir de esta crisis todos más fuertes ... mientras otros defendían sus negocios privados, sus comisiones, sus votantes de partido ...

¿Existe una solución social en la que pueda conjugarse lo particular y lo general, a modo de lo que Rousseau aborda en El contrato social? ¿Podríamos revivir el pacto keynesiano de los años 50 del pasado siglo? 

En su forma histórica el pacto social keynesiano se presenta como un acuerdo suscrito entre propietarios y proletarios. A través de este contrato social los empresarios se comprometían a reinvertir los beneficios de su actividad en las economías nacionales y aceptar un importante volumen de redistribución fiscal destinada a financiar programas universales de protección social y mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras. A su vez, asumían que el Estado se implicara activamente en la vida económica del país, hasta el punto de que sectores clave de la economía (energía, transporte, educación, salud, vivienda ..) pasaran a estar parcial o totalmente bajo control público, desmercantilizándose al menos en apariencia.

A cambio los empresarios obtenían la garantía de la propiedad privada, el conflicto laboral reglado y la paz social garantizada. Su función social como clase era reconocida y dejaba de estar amenazada. 

Los Treinta Gloriosos años de desarrollo capitalista tras la Segunda Guerra mundial es lo más cerca que se ha estado de la aplicación de ese pacto social (en EEUU y Europa).

En Europa se alcanzó el pleno empleo y la salarización completa de la economía. pero claro, con una economía basada en el extractivismo colonial que impedía que el progreso fuera para todos. Los Treinta gloriosos años no lo fueron para todos.

Y llegó la Crisis económica mundial de 1973, que pone fin a la edad de oro del capitalismo (1948-1973). El desencadenante es el aumento de los precios del petróleo, durante la guerra del Yom Kippur.

La crisis del petróleo de 1973 fue el pretexto para destruir ese contrato social. La producción disminuyó un 10% y millones de trabajadores quedaron en paro. Así comenzó lo que Paul Krugman llama la gran divergencia, el proceso por el cual se produjo el enriquecimiento gradual de los más ricos y el empobrecimiento de todos los demás (en plena vigencia en la actualidad). 

El sempiterno antagonismo entre los intereses individuales y los generales cobra nuevos bríos con el inicio de la contrarrevolución conservadora. 

En 1975 se publica el Informe sobre la gobernabilidad de las democracias encargado por la Comisión Trilateral, donde se advierte de los peligros de disolución del orden social como consecuencia de la creciente ingobernabilidad de las democracias por la deslegitimación de la autoridad, la sobrecarga de los gobiernos a causa de las excesivas demandas sociales y de la participación creciente del público en actividades que debían ponerse en manos de una tecnocracia o de burócratas especializados. La Comisión Trilateral era una fundación privada fundada en 1973 por David Rockefeller.

Como señala Josep Fontana en Por el bien del Imperio ..."En esa época de inseguridad y crisis económicas además de la represión de la agitación de los trabajadores y fuerzas de la izquierda se inició una batalla en el campo de las ideas con una contrarrevolución cultural dirigida a la audiencia de "desengañados" de la revolución cultural de los sesenta, proponiendo la restauración de los llamados "valores tradicionales", regreso a los valores religiosos (se estrena Jesus Christ Superstar, El Exorcista ..), a la afirmación del individuo frente a los actos de manifestación colectiva (en la música tenemos el fenómeno "disco" de exhibición individual de artistas frente a los grandes conciertos rock de los sesenta) ...

Llega el auge de las fundaciones privadas (que algo más tarde aterrizarían en Europa) financiadas con donaciones de empresas y particulares (?) además de (como en el caso español) fondos procedentes de partidos políticos. Estas fundaciones financian a su vez periódicos, radios y televisiones constituyendo un arma poderosa para difundir los principios del liberalismo económico y, en el fondo, de una ideología conservadora. 

En 2008 se produjo el colapso de la economía europea. Fue una crisis financiera disfrazada de crisis de globalización. El asalto a los derechos sociales y al "estado de bienestar" fue total. El resultado se parecía mucho a un golpe de estado oligárquico en el que los impuestos y la planificación y control de los presupuestos pasan a manos de unos ejecutivos nombrados por los Bancos. Fue la pretensión de someter a la población a una servidumbre por deudas.

Entre Cumbres del Clima y derechización de Gobiernos (menos Gobiernos de "lo social", más Gobiernos de "la libertad" de mercado) llegamos hasta nuestros días, con invasión de mensajes anunciadores del inminente desastre ambiental mezclados, paradójicamente, con las recomendaciones de consumo (siempre más consumo) de los numerosos productos verdes surgidos a la sombra de la Transición energética.

La pandemia de la Covid-19 nos enseñó que los problemas globales requieren soluciones globales, colectivas. También ahora conviene recordar que la actual crisis ambiental (que afecta a todos los Sistemas naturales) y el fenómeno del Cambio Climático en particular, requiere respuestas globales coordinadas. Es decir, colectivas.

Utilizaré un único argumento para sostener esta afirmación: todos los Sistemas Naturales son continuos, no están compartimentalizados. Es decir, los plásticos arrojados en las costas de Canadá, aparecen en las playas de Lanzarote 245 días después. Los óxidos de nitrógeno emitidos en Gran Bretaña provocan lluvia ácida sobre los bosques de coníferas de Escandinavia .... etc.

Nadie está a salvo. Aunque tengan dinero (en este caso, solo retrasarán que el problema retorne a las puertas de sus casas, como si fuera un boomerang,  aunque exporte mi basura electrónica hasta Ghana). 

Pero el mundo neoliberal deja muy poco espacio para respuestas colectivas, ya que asume que no hay pobres ni explotados, sino perdedores, fracasados e inadaptados. No ve necesario buscar soluciones para la salvación colectiva.

Los menos favorecidos pueden ser objeto de caridad pero no de solidaridad. Por eso fracasan las Cumbres del Clima, se dan moratorias a los plazos de solución, se retrasa la financiación de la atenuación de daños en los países más desfavorecidos ...

En esa lógica, los pobres son de hecho responsables de su destino, de no haber sabido manejar su vida, sus oportunidades o sus sociedades, de ser torpes, vagos, incapaces, o de haber nacido en Haití  ....

Nos encontramos pues en una situación de difícil salida: el triunfo actual del sistema capitalista neoliberal es abrumador y no tiene visos de cambiar, pero al mismo tiempo, es el obstáculo principal para la adopción de las necesarias medidas colectivas (quiero decir, de salvación global, de progreso para todos) para hacer frente a los retos de la Humanidad.

Ante este dilema, ¿existe alguna posición ética posible, alguna responsabilidad individual? ¿existe algo que, unilateralmente, yo pueda hacer? 

Sí. Yo propongo lo que señala Yuval Noah en su obra 21 lecciones para el siglo XXI : " actuar procurando que mis acciones causen el menor daño posible, actuar procurando que mis acciones alivien el sufrimiento de otros. Porque el sufrimiento es la única realidad objetiva en el mundo".

Que estas recomendaciones guíen mi consumo, mis relaciones humanas, mis estrategias de integración medioambiental (reciclaje, reducción de mi huella ecológica ...) mi deber de estar bien informado (a la hora de elegir representantes políticos), mi solidaridad (pagar las facturas con IVA, contribuir fiscalmente ...) y mi afecto.

domingo, 4 de febrero de 2024

 El  Delta del Ebro cuatro años después de la tormenta "Gloria". 

Iosu Marruedo. Biólogo


Han pasado ya cuatro años desde que la tormenta "Gloria" afectara muy severamente el litoral mediterráneo entre el 19 y 26 de enero de 2020, causando gravísimos daños en el conjunto sedimentario del Delta del Ebro.

Originó también la destrucción de numerosas infraestructuras, playas, puertos y paseos marítimos, viviendas e instalaciones turísticas, desde Gerona hasta Málaga. 

"Gloria" fue un temporal invernal muy completo, con fuertes vientos, grandes olas, nieve y lluvia persistente. En lo referente al temporal marítimo, la boya de Valencia marcó una ola de 8,44 m de altura significante el 20 de enero, el mayor dato histórico medido en el Mediterráneo occidental. 

El Delta del Ebro quedó devastado. El mar penetró en el Delta fracturando el litoral en la Isla de Buda, sobrepasando la berma de la playa de La Marquesa inundando arrozales, el oleaje destruyó la barra del Trabucador ... Más de la mitad de la superficie del Delta quedó anegada por el mar. 

LLovía sobre mojado (valga la redundancia), pues tan solo dos años antes, entre el 17 y 21 de enero de 2017, otro gran temporal invernal también había causado grandes destrozos.

Y saltaron todas las alarmas.

Figura 1: Ejemplo de los daños causados por "Gloria" en la zona sur del Delta.


¿Hemos aprendido algo de estos años pasados? ¿Está el Delta del Ebro preparado para afrontar una nueva tormenta similar a "Gloria"? 

A una primera respuesta de emergencia durante el verano de 2020 (dificultada por la pandemia y el confinamiento y con el objetivo de "taponar" brechas y levantar  urgentemente barreras frente el mar) siguió la elaboración dePlan para la Protección del Delta del Ebro que el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) sacó a exposición pública en febrero de 2021 (documento elaborado por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas bajo la dirección de la Dirección General de la Costa y el Mar). 

Este Plan es ambicioso, pues junto con medidas de protección a corto plazo (trasvases de arena, elevación de bermas ...) se proponen también estudios e iniciativas (que exigen plazos de ejecución más amplios) para abordar de manera global los viejos problemas del Delta del Ebro, tales como: 

- La escasez de aporte sedimentario en la desembocadura

- la falta de regulación y control de los sumideros y la inundación de la plataforma deltaica (anual, para el cultivo de arroz)

- la incompleta delimitación del dominio público Marítimo Terrestre y su ocupación

- el vertido de fangos orgánicos, el estado ambiental de las lagunas y la degradación ecológica de las bahías

- estudios sobre la movilización de sedimentos en el río Ebro (con la CHE).

- estudio de la acumulación de sedimentos en los embalses de Ribarroja y otros ....

En febrero de 2023 llega, por fin, la primera reunión de la Comisión Bipartita del Delta del Ebro, encargada de coordinar las acciones del Gobierno de España y La Generalitat en el desarrollo de las propuestas del Plan para la Protección del Delta.

¿Podemos creer que ahora sí vamos en serio? ¿Estamos al inicio del camino que conducirá hacia la garantía de supervivencia del Delta del Ebro?

Hay una manera de responder estas preguntas, comprobando la eficacia de las medidas de reparación realizadas ya durante estos últimos cuatro años. Según el Gobierno español se han movilizado más de 300.000 m3 de arena desde las zonas de acumulación (Punta de la Banya, el Fangar y playa de los Eucaliptus) hacia las zonas más frágiles, con mayor retroceso (Isla de Buda, Trabucador ...).

¿Esta movilización de arenas ha conseguido restaurar el Delta del Ebro al estado en el que se encontraba antes de la tormenta "Gloria"? (evitaré ir a fechas anteriores para no fijar objetivos inalcanzables). Si fuera así, podríamos albergar alguna esperanza en que ahora sí, ya estamos consiguiendo frenar el retroceso del Delta.

Para comprobarlo, elegiremos dos imágenes del Delta del Ebro procedentes de la base de datos de la colección Landsat 8-9 obtenidas del USGS y procesadas con QGIS. La imagen de referencia es del 5 de enero de 2020, 14 días antes de "Gloria" y la imagen de comparación es del 24 de enero de 2024, cuatro años después.

Compararemos los contornos deltaicos por superposición del contorno de 5 de enero de 2020 (en trazo amarillo) sobre una imagen (banda 7 de Landsat 9) del 24 de enero de 2024. Y extraeremos las conclusiones pertinentes.

Figura 2: Cap de Tortosa y extremo oriental del Delta. (Clic sobre la imagen para agrandar).


Los números negativos expresan retroceso deltaico (en metros) y los positivos acreción (avance). Donde no hay indicación numérica se acepta como equilibrio respecto a la situación de 5 de enero de 2020.

Figura 3: Barra del Trabucador y Punta de la Banya, en el sur del Delta. (Clic sobre la imagen para agrandar).


Figura 4: Zona Norte del Delta, el Fangar y playas de la Marquesa. (Clic sobre la imagen para agarndar)


La conclusión directa es que el Delta sigue retrocediendo frente al mar, y que el trabajo realizado durante estos cuatro últimos años solo ha conseguido suturar las heridas más sangrantes (en la Isla de Buda, Barra del Trabucador y dunas de la playa de la Marquesa) pero el enfermo continua debilitándose.

Dicho de otra manera, lo hecho hasta hoy, es claramente insuficiente y sigue sin garantizar el futuro del Delta. 

Lamentablemente, era lo esperado, ya que la mayor amenaza procede del dèficit de sedimentos aportados por el río Ebro en la desembocadura, sedimentos que van quedando atrapados en los numerosos embalses y redes de canales y regadíos de la cuenca hidrográfica del Ebro. Y no debe disimularse este problema con las repetidas alusiones al ascenso del nivel del mar consecuencia del Cambio Climático.

Todos los deltas del mundo tienden a compactarse y sufrir hundimiento; solo el continuo aporte de sedimentos fluviales compensa la subsidencia natural. Si este aporte disminuye, el resultado neto es la victoria por goleada de la acción erosiva del mar. 

En el Plan de Protección del Delta figura la voluntad de "estudiar" el problema de la retención de sedimentos en los embalses.

¿Aguantará el Delta hasta que esa voluntad de estudiar el problema concluya en acciones concretas? 

Creo que deben darse prisa.  

Desde el verano de 2020 hemos tenido la fortuna de no sufrir embates directos de nuevas tormentas en el Delta de la magnitud de las de 2017 y 2020; si bien en los diez últimos meses (2023) se han registrado tres temporales en el Mediterráneo occidental, estos no han afectado directamente al Delta, han tenido una localización más al sur, sobre la Comunidad Valenciana y Murcia principalmente.

Pero, en un contexto de más energía y más vapor de agua acumulados en la atmósfera seguramente que llegarán nuevos episodios como "Gloria".

¿De nuevo todo quedará reducido a hablar del ascenso del mar y del Cambio Climático?. 

Aferrado a un pequeño rayo de esperanza, terminaré con una imagen, en la que además de su valor estético, podemos observar una de la muchas razones por las que debemos permitir la llegada de sedimentos hasta el mar. El agua (con sedimentos) que los ríos aportan al mar no es agua que se desperdicia, entre otras cosas, es necesaria para la conservación de las playas y para el "abonado" con nutrientes (procedentes del continente) del ecosistema marino.  

 Figura 5Imagen en falso color, 24 de enero de 2024. Landsat 9 (bandas 5,3,2).  (Clic sobre la imagen para agrandar)

Se hace visible la acción del Delta en la conservación de las playas y de la dinámica sedimentaria litoral general (Castellón y norte de Valencia). La influencia  del Delta llega a más de 130 km de distancia hacia el sur.

 Si te gustan las playas de Peníscola, salvemos el Delta.


Otras publicaciones sobre el Delta del Ebro en este Blog:

El Delta del Ebro: 36 años de cambio resumidos en imágenes. (14 febrero 2021)

El Delta del Ebro, afectado por la Covid-19. (28 julio 2020 ).

El Delta del Ebro: ya no sostenible, dificilmente soportable. (8 febrero 2020).

El Delta del Ebro: evaluación de junio de 2018. (30 junio 2018).

La supervivencia del Delta del Ebro: buenas y malas noticias. (1 julio 2017).

El Delta del Ebro: efectos del temporal de enero de 2017. (11 marzo 2017).

El faro de Buda, testigo mudo de la transformación del Delta del Ebro. (2 enero 2017).


domingo, 21 de enero de 2024

 A vueltas con la Transición Energética.

Iosu Marruedo. Biólogo

Habitualmente escuchamos la expresión "Transición Energética" en el contexto de la solución necesaria (así, en singular) para remediar todos los males presentes y futuros causados por el fenómeno del Cambio Climático.

Y como esa es la solución propuesta, en consecuencia, llevamos ya unos años de recomendaciones (y subsidios con fondos estatales) para reorientar la producción de bienes de consumo en ese sentido. A la sombra de la Transición Energética aparecen nuevos mercados, nuevos productos, nuevo consumo ....

¿Pero realmente se están resolviendo los problemas ambientales denunciados?

Quizás sea la campaña de promoción del coche eléctrico el ejemplo emblemático de este "nuevo mercado de productos verdes", que crea nuevos objetos de deseo para el consumidor con el aval de "ecológico" "sostenible" "bio" ... o cualquier otro calificativo similar. 

Entre estos nuevos productos y ocasiones de negocio podríamos citar otros ejemplos, como la producción de hidrógeno verde, energía solar, energía eólica, ámoniaco verde (combustible para barcos), instalaciones industriales de recaptación de CO2, la especulación en el mercado de valores con los derechos de emisión de CO2  .... pero, por su repercusión mediática, me pararé a analizar el caso del coche eléctrico.

No se si también a tí, lector, te parecerá notable la presión que reorienta nuestro consumo hacia la compra de vehículos eléctricos, acto presentado como esencial para poder llevar a cabo la mencionada solución de manos de la Transición Energética. Podemos aceptarlo así y sentir una doble felicidad, por estrenar vehículo a la moda y por sentirnos a la vez protagonistas de la salvación del planeta.

O bien, ir un poco más allá y hacer una reflexión en la "trastienda" de esta nueva oferta de consumo de productos verdes.

Quizás esa reflexión nos haga ver que la economía de Libre Mercado se está adaptando ágilmente a la nueva coyuntura creada por el discurso del Cambio Climático; nuevos bienes de consumo, más caros .... y todo ello sin levantar el pie del acelerador del motor productivo, aumentando continuamente la magnitud de la energía y materias primas necesarias para su funcionamiento y persiguiendo como siempre el aumento de los beneficios. 

Según las cálculos que hace Antonio Turiel (Doctor en Física Teórica por la UAM e investigador del CSIC, ver aquí) en lo referente al coche eléctrico:

En la actualidad, extraemos aproximadamente 100.000 Tm de litio metálico al año (total minería mundial). 

Si todo ese litio se empleara en hacer vehículos eléctricos, se podrían fabricar unos 8 millones de coches al año ( de gama media y autonomía media). Nada de tablets, ni ordenadores, ni móviles, ni sistemas de guía para misiles .... . Solo coches eléctricos de gama media.

Actualmente se están fabricando entre 80 y 100 millones de coches al año (según el año). Se estima que el número de coches en el mundo es de unos 1.400 millones.

Para sustituir todos esos coches por vehículos eléctricos privados al ritmo de 8 millones por año, necesitaríamos 175 añosAñadamos a esto las dificultades cada vez mayores de disponibilidad de cobaltoníquel y, especialmente, cobre.

Considerando estos datos, es evidente que existe un gran desfase entre ritmo de producción y tamaño del objetivo a conseguir; además, probablemente a mitad de camino nos quedaríamos sin litio. En pocas palabras, no hay coche eléctrico para todos; no puede haber sustitución global del actual parque móvil mundial.

Entonces, si el vehículo eléctrico no puede ser la solución global de movilidad y acabe siendo tan solo un adorno elegante de las sociedades de los países del primer mundo ¿a qué viene todo esta campaña mediática? 

Lo que estamos conociendo es una campaña comercial. Todo indica que seguimos inmersos en el viejo escenario de luchas por el control del mercado, donde todo vale y la supresión de arbitrajes e intervención reguladora de los Estados es un objetivo reclamado otra vez, con fuerza, por los grupos de derecha y ultraderecha que acceden a los Gobiernos; solo que ahora pelean por competir en vender productos diferentes. A las batallas geopolíticas conocidas desde el siglo XIX por el petróleo y gas, se añade ahora una nueva batalla geopolítica por colocar coches eléctricos "baratos" y vencer a la competencia.

En este terreno, China se lleva el primer puesto, ya que gracias a las ingentes ayudas del estado chino (11 años de subsidios, hasta 2023) y de los bajos salarios, el auge de los coches eléctricos chinos (más baratos que los europeos) es imparable. Casi la mitad de los existentes en el planeta (más de 18 millones) son chinos. 

Y esa campaña comercial, además, está resultando ser una eficaz vía de transferencia de dinero del sector público hacia bolsillos privados (lo mismo en China que en Europa y EEUU).

Esto último ha quedado en evidencia después de que Alemania (país con el mayor número de ventas de vehículo eléctrico en Europa) eliminara las ayudas a la compra de un vehículo eléctrico (6.500 € para la compra de vehículos que no superen los 40.000 €). Inmediatamente, todas las marcas han rebajado sus precios. Tesla incluso ofrece financiación al 0%.

Me atrevo a afirmar que no hay esperanza de solución ambiental en medidas que solo proponen el cambio del objeto de consumo, pero mantienen intactos los dogmas del sistema económico de Libre Mercado.

Esto significa que para avanzar hacia la solución sistémica de los problemas ambientales deberíamos abandonar el dogma del crecimiento infinito de los beneficios como objetivo central del sistema económico vigente, pactando y estableciendo límites, para lo que el arbitraje e intervención de los Gobiernos de los Estados es fundamental. 

Límites que consideren los Sistemas Naturales (la atmósfera, los océanos  ...) como bienes "fuera del mercado", no sometidos al uso que dicta la ley de la oferta-demanda y a la búsqueda del incremento de los beneficios sino al uso que dicta el bien común y la búsqueda de la disminución de las desigualdades. 

Parafraseando el viejo refrán que dice que no se puede sorber y soplar a la vez, deberíamos aceptar que la demanda creciente de energía y la descarbonización  de la actividad humana (plato fuerte de la Transición energética) son objetivos incompatibles. 

Las medidas que impulsan hacia la descarbonización deberían de acompañarse de iniciativas que promuevan un cambio del sistema económico global. 

Pero, en un escenario en el que la demanda de energía (y materias primas) sigue creciendo, todo lo anteriormente expuesto parece un cuento místico.

España, por ejemplo, no se desengancha del petróleo ni del gas; en 2022, casi el 70% del total de la demanda energética se obtuvo de fuentes fósiles. Sí ha disminuido fuertemente el uso del carbón, pero el consumo de petróleo y gas a vuelto a crecer desde su máximo en 2010, como puede observarse en esta imagen:

Figura 1. Fuente: Ministerio para la Transición Ecológica.

Es evidente que todavía hay mucha energía fósil para sustituir; aunque los avances en renovables han sido notables estos últimos 20 años, el panorama general (tal y como se pudo constatar en la última Cumbre del Clima) no está dando señales de "soluciones ambientales" sino, más bien, de "soluciones de mercado".

Y nosotros, ¿que podemos hacer como individuos?.
Propongo dos cosas:

a) En lo personal, y referente al acceso a la energía, actuar con prudencia, evitar todo derroche innecesario en nuestras actividades diarias aunque lo pudiéramos pagar, utiliza siempre las energías "menos sucias" que tengas a tu disposición (uso del vehículo, uso de la calefacción, elección de un nivel de consumo razonable, militancia en el reciclaje ...).
En lo cotidiano, deberíamos distinguir con claridad entre consumo sostenible y soportable. 
Soportable es el consumo energético que puedo pagar, independientemente de las consecuencias en el entorno. 
Sostenible es el consumo energético que corresponde al lugar que ocupo en el ecosistema, sin comprometer la supervivencia de éste.

b) En lo social, apoyar (también con mi voto electoral cuando corresponda) a partidos que defiendan la intervención de los Gobiernos en el sentido de establecer medidas de regulación y arbitraje frente al sistema económico de Libre Mercado, especialmente en lo relativo al acceso a la energía y bienes de consumo primarios (alimentación, salud, vivienda ..) primando la consecución del bien común y reducción de desigualdades frente al aumento de los beneficios.

Crecer demanda energía y materias primas; cuando consumimos energía inevitablemente generamos residuos, y calor. Y alteramos el entorno.

Quizás sea ya el momento de poner límites al crecimiento.

El problema de un sistema económico asentado en el objetivo del crecimiento infinito reside en que la producción de residuos y calor también será infinita; no se trata solo del CO2, ni de la temperatura superficial global, ni del Sistema Clima.
El problema va mucho más allá, pues está en juego la salud de todos los Sistemas Naturales, generando un escenario de contaminación global y desigualdad social (los residuos y la basura no suelen acumularse en los países que los producen; suelen acabar en los países del llamado tercer mundo, aumentando la desigualdad) .

Quiero terminar tomando prestada una sentencia de Antonio Turiel, quien, acertadamente, ha sido capaz de resumir en nueve palabras lo que yo he intentado expresar con incierta claridad en 31 párrafos: 

"Crecer por crecer es la filosofía de un tumor

Insuperable.

  Cambio Climático: reflexiones para una ética posible. Iosu Marruedo. Biólogo La Conferencia Científica de las Naciones Unidas (también con...