martes, 28 de julio de 2020

El Delta del Ebro afectado también por la Covid-19
Iosu Marruedo. Biólogo

El impacto social y económico causado por la pandemia Covid-19 ha provocado que numerosos otros asuntos, considerados en su día (no hace mucho) importantes, hayan quedado relegados a una segunda o tercera línea de protagonismo, o incluso, hayan desaparecido completamente de la atención pública.

Uno de estos asuntos es el referente a los cuantiosos daños originados por la tormenta Gloria, que afectó gravemente a numerosas zonas del litoral mediterraneo y especialmente al Delta del Ebro.
La tormenta Gloria impactó contra el litoral mediterraneo los días 21 a 23 de enero (hace tan solo cinco meses); durante los siguientes días las imágenes de los daños causados ocuparon la primera línea de actualidad en todos los telediarios.

El desastre era importante: paseos marítimos destrozados, daños en sistemas dunares, urbanizaciones de primera línea inundadas, daños en rompeolas ..... y el Delta del Ebro invadido por el mar en un 50% de su extensión, con rotura de la barra del Trabucador, rotura del perímetro de la isla de Buda, superación de las barrera de la playa de la Marquesa con invasión del mar, 6 km de playas dañadas, 3000 hectáreas de arrozal inundadas y sus canales de riego anegados por la arena, 35 bateas mejilloneras destruidas y 4 millones de kilos de mejillón perdidos ....

A final de enero y comienzo de febrero había un clamor generalizado en los medios de comunicación abogando por una rápida intervención destinada a reparar el perímetro dañado del Delta, evitando males mayores ante las probables tormentas en primavera. Ese clamor precipitó el consenso y el compromiso de inversiones (presuntamente) inmediatas.
En febrero, la Dirección General de la Costa y del Mar del Ministerio para la Transición Ecológica destinó 3,5  millones de euros para actuaciones de emergencia destinadas a reparar los daños causados por el temporal, contratando con cinco empresas adjudicatarias los trabajos de reparación que debería empezar en el plazo más breve posible.
Apenas iniciados las reparaciones, éstas se detuvieron el 16 de marzo a causa del estado de alarma decretado para luchar contra la Covid-19.

Tan solo había dado tiempo a construir un dique arenoso en la costa norte del Delta. Con una altura media de 2-3 metros y una anchura de duna entre 3-4 metros, este dique se extiende desde la punta del Fangar hasta la playa de Riumar, recorriendo la playa de la Marquesa.

Dique reparado en la playa de la Marquesa (ACN).

Se movilizaron unos 50.000 metros cúbicos de arena, procedentes en su mayor parte de los mismos campos de arroz próximos al mar, donde quedó depositada por la acción de Gloria.
Justo a tiempo, pues aunque haya sido el único trabajo realizado antes de la interrupción por el estado de alarma, ha sido suficiente para frenar los dos temporales importantes (aunque no como Gloria) del mes de marzo.
Y después vino el confinamiento y todo se detiene.

 Barra del Trabucador en mayo de 2020 (INFOSA).

El 4 de mayo se reanudan los trabajos interrumpidos por el estado de alarma, anunciándose su finalización en el plazo de dos meses.
Se comienza a reparar la barra del Trabucador, estrecho barzo de tierra de 4 km que casi ha desaparecido bajo el mar y que ahora se pretende reconstruir hasta dotarlo de una anchura de 50 m; se trabaja también en el perímetro de la isla de Buda, intentando cerrar la brecha abierta por el mar.
El 5 de junio, la barra del Trabucador se vuelve a romper a causa de un episodio de fuerte oleaje (habitual en primavera).

En esta secuencia de seis imágenes podemos apreciar el grado de deterioro de la barra del Trabucador y del extremo oriental del Delta y su estado el 15 de julio, después de las reparaciones de emergencia realizadas.

Figura 1: Imagen procedente de Landsat 8, de 5 de enero de 2020, antes de la tormenta Gloria. La barra del Trabucador está intacta, mostrándose como un estrecho brazo de color rosa que conecta con la península del Fangar. La fina línea amarilla representa el contorno del Delta en mayo de 1984, poniendo en evidencia las zonas de erosión-retroceso y las de acreción.



Figura 2: Imagen procedente de Landsat 8, de 6 de febrero de 2020, 12 días después del paso de la tormenta Gloria. Los daños en la barra del Trabucador son evidentes.



Figura 3: Imagen procedente de Landsat 8, de 15 de julio de 2020, después de realizarse las reparaciones de emergencia. La barra del Trabucador no ha recuperado el estado del 5 de enero; el deterioro es visible si la comparamos con la imagen de 5 de enero,; la garantía de resistir ante nuevos asaltos del mar es muy débil, salvo que se realice una intervención de mayor envergadura.

Si observamos los cambios habidos en esas tres mismas fechas en el extremo oriental del Delta (isla de Buda) el panorama es también preocupante:

Figura 4: Imagen de Landsat 8, de 5 de enero de 2020, antes de la tormenta Gloria. La línea amarilla representa el contorno del Delta en mayo de 1984, permitiendo observar las zonas de retroceso y las zonas de acreción.


Figura 5: Imagen de Landsat 8, de 6 de febrero de 2020, 12 días después de la tormenta Gloria.


Figura 6: Imagen de Landsat 8, de 15 de julio de 2020, tras dos meses de trabajos de reparación.

El domingo 7 de junio, el President QuimTorra reclama (en la reunión de presidentes de las Comunidades Autónomas) que el Estado ponga en marcha el Plan Delta Ebro, para evitar que nuevos temporales causen más daños en las infraestructuras, impulsando acciones que aseguren la supervivencia del paraje natural y de su entorno.
Y es evidente que el Delta del Ebro necesita un Plan. ¿Qué es el Plan Delta Ebro?

Es un proyecto (un anhelo) de intervención sostenida (en el tiempo) sobre el conjunto sedimentario del Delta del Ebro, que comienza a gestarse hace dos años, cuando los siete municipios del Delta del Ebro y las dos comunidades de regantes se organizaron en la Taula de Consens pel Delta, con el objetivo de impulsar iniciativas que aseguren su supervivencia.

Tras dos años de debates y discusiones, de contrastes entre soluciones "duras" (con más intervención de obra de ingeniería)  y "blandas" (renaturalización del litoral), el Plan  de la Taula de Consens alcanzó pronto varios puntos de consenso:
1.- Se debe mantener la fisonomía actual del territorio como principal objetivo,
2.- Se debe actuar en el sentido de incrementar la aportación de sedimentos al Delta, y
3.- Se debe conjugar la acción a corto (respuestas de emergencia)  y largo plazo .

Además, se barajaron diferentes alternativas de solución, planteadas como "directrices"; entre éstas, se  contempla:

a) la instalación de diques hinchables sumergibles, invisibles desde el litoral (para disminuir el impacto paisajístico), que se activarían desde tierra en caso de temporal. Como alternativa a esta solución de barreras físicas, algunos propones la creación de escolleras o diques, en los puntos de mayor fragilidad.

b) también prevé renaturalizar las playas (idea promovida por el biólogo Carles Ibañez, entre otros) para aumentar su anchura y mejorar su resistencia a los temporales. Se aconseja para ello la compra de los actuales arrozales contiguos a la playa de la Marquesa, con el fin de retornarlos a su estado de barrera natural frente al mar.

c) El profesor Luis Berga defiende la creación de barreras perimetrales, a modo de muralla, aprovechando los caminos existentes que serían recrecidos y compactados. Esta propuesta se orienta a la defensa de las bahías (el Fangar y los Alfaques), pero no servíría para la isla de Buda y Delta oriental.

d) El gran problema es la recuperación del aporte sedimentario. Sin recuperar capacidad de aporte sedimentario no hay posibilidad de salvar el Delta.
De las 20 millones de toneladas de sedimento que llegaban anualmente al Delta antes de iniciarse la construcción de los embalses (hoy, unos 180 embalses construidos), en la actualidad tan solo llegan unas 50.000.
Algunos proponen la solución de rescatar y transportar los sedimentos acumulados en la cola de los embalses y depositarlos en las zonas costeras. Pero muchas de estas "colas de embalse" están catalogadas ahora como espacios protegidos. No está claro como serían transportados, ni es seguro que el río tenga ahora fuerza suficiente para arrastrarlos, ya que cada pared de cada embalse actúa frenando el impulso de la masa de agua, resta energía cinética y capacidad de transporte.
Como puede verse, esta idea exige estudios y evaluaciones ambientales complejas, comportando largos plazos de ejecución y elevados costes.

Además, los sedimentos del embalse de Flix tienen todavía hoy un alto grado de contaminación (organoclorados, mercurio y otros metales pesados, aunque en fase de descontaminación desde 2012), que hace poco deseable su presencia en el Delta.
El transporte de sedimentos desde alguna otra región exterior de la cuenca hidrográfica del Ebro aumentaría todavía más el coste económico. Por el momento, no se tiene solución técnica a este problema.

Se trata, ahora, de que este Plan sea adoptado por las diferentes administraciones (Generalitat y Administración del Estado), madurado y consensuado en las acciones necesarias a realizar,  dotándolo del correspondiente calendario y financiación.

Se estima una inversión anual de varias decenas de millones de euros, sin límite temporal.
Frente a esto, los 3,5 millones de euros destinados en febrero para reparaciones de emergencia, son solo eso, una respuesta de urgencia que será inútil, dinero desperdiciado,  si no va seguida de una actuación integral y sostenida en el tiempo.

Y aquí llega la Covid-19, causando además de una grave emergencia sanitaria una profunda crisis económica que probablemente mermará la financiación y retrasará la puesta en marcha del Plan Delta Ebro (también llamado por algunos Plan Delta 2100).

 ¿Cuanto habrá que esperar para la puesta en marcha de este Plan Delta Ebro?

Lo que si sabemos es que las tormentas que con seguridad llegarán el próximo otoño e invierno no van a esperar.
Quizás haya que ir poniendo altavoces en la isla de Buda, orientados hacia el mar, y diariamente, a las 20:00, hacer sonar el "Resistiré".
Ya sé que no servirá de nada frente a los próximos asaltos del Mediterráneo, pero al menos, es barato y emociona.


Dos anécdotas:
1. Cifra record de nacimientos en la colonia de flamencos en el Delta (bahía de les Alfacs) , con 2201 crías, el mayor número observado desde que esta especie empezó a criar en la zona en 1992.
2. Para la nostalgia:
Podemos observar superpuestos en la siguiente imagen tres momentos del estado de la desembocadura del Delta:
a) 1918, momento de máxima expansión del Delta del Ebro (línea de color rojo),
b) mayo de 1984 (línea de color amarillo) y
c) julio de 2020 (imagen en falso color de Landsat 8).
El punto destellante amarillo señala la posición del Faro de Buda, construido en 1864 y derribado por los temporales en 1961.
En la actualidad, los restos del faro de Buda se encuentran sumergidos a unos 20 m de profundidad y 2172 m de distancia de la costa más próxima.


Desde su máximo esplendor (año 1918; en la foto siguiente, se observa el faro en tierra firme y grupos de personas que llegaban hasta la zona caminando) hasta su derribo por el mar (año 1961) encontramos la historia de la construcción de embalses y regadíos en la cuenca hidrográfica del Ebro y la crisis de aporte de sedimentos asociada.

En este video del NO-DO de julio de 1969, vemos un curioso reportaje que narra la eliminación de los últimos vestigios de los pilares de la base del faro de Buda; aunque apenas sobresalían de la superficie,  constituían un molesto problema para los pescadores, solucionado con una "alegre voladura" y adiós al problema. Otros tiempos, otras sensibilidades.



Otros artículos publicados en este blog, referidos al Delta del Ebro:

El Delta del Ebro: evaluación de junio de 2018. (30 junio 2018).
La supervivencia del Delta del Ebro: buenas y malas noticias. (1 julio 2017).
El Delta del Ebro: efectos del temporal de enero de 2017. (11 marzo 2017).
El faro de Buda, testigo mudo de la transformación del Delta del Ebro. (2 enero 2017).

jueves, 21 de mayo de 2020

¿Por qué sigue aumentando el CO2 atmosférico durante la Covid-19?.Respuestas.
Iosu Marruedo. Biólogo


Me preguntaba en entradas anteriores por la razón capaz de explicar el continuo aumento de la concentración atmosférica de CO2 durante la pandemia Covid-19.
El máximo anual suele alcanzarse hacia mediados de mayo. Según el registro del observatorio de Mauna Loa, el máximo de 2019 se alcanzó el 16 de mayo (415.64 ppm) y el de 2020 corresponde al 17 de mayo (417.23 ppm).

Reduciendo drásticamente la actividad económica y arrastrando a numerosos países a la adopción de medidas de confinamiento, el SARS-Cov-2 ha provocado un descenso mundial del 9% en las emisiones de CO2 procedentes de la quema de combustibles fósiles, durante el periodo comprendido entre el 1 de enero y el  30 de abril, en relación al mismo periodo de 2019. En Europa, durante la pandemia, las emisiones de CO2 han descendido hasta alcanzar el nivel de 1958.

Inagen 1: Cambios en la emisiones diarias de CO2 procedente de combustibles fósiles.
 Fuente: Le Quéré et al. Nature Climate Change (2020). Global Carbon Project.

Como ya comentamos anteriormente, el efecto de las medidas de confinamiento sobre los contaminantes atmosféricos ( NOx, SO2, aerosoles ....) ha sido casi inmediato, observándose un notable descenso en las concentraciones atmosféricas de todos ellos a partir de la segunda semana desde la adopción de esas medidas.
Estas substancias se han comportado con una lógica casi infantil: han disminuido las emisiones y consecuentemente , a los pocos días, ha disminuido su concentración en la atmósfera.

Sin embargo, no ha ocurrido así con el CO2 .

Y esta observación despertó mi curiosidad,  preguntándome por las razones de este hecho.
¿Por qué no se observa una disminución en la concentración de CO2, habiendo disminuido las emisiones de origen antrópico? ¿Por qué no ha ocurrido como con los óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre ...?
Tengo la costumbre de visitar foros dedicados a las Ciencias del Clima, tanto de signo escéptico como de signo ortodoxo (es decir, los que aceptan como ciertos los postulados de la Teoría del Cambio Climático promovida por el IPCC).
Después de varias semanas de búsqueda de respuestas tengo una constatación para compartir con vosotros y dos interpretaciones que intentan responder al interrogante planteado.

La constatación:
Durante los meses de marzo, abril y lo que llevamos de mayo se han publicado numerosas reseñas con datos referentes a la disminución de la contaminación del aire (especialmente en grandes ciudades y zonas industriales). También se han publicado datos referentes a la disminución de las emisiones de CO2 a causa de la pandemia.
Pero existe un gran silencio informativo a la hora de dar cuenta del  persistente aumento de la concentración de CO2.
Son muy escasos (o al menos, yo no he sido capaz de encontrarlos) los artículos publicados que ponen de manifiesto el aparentemente contraituitivo fenómeno de disminución rápida de emisiones de CO2 y aumento continuado de su concentración en la atmósfera. Da la impresión de que esta noticia se evita.

Las respuestas:
a) Roy Spencer: Es profesor y científico investigador principal en la Universidad de Alabama (Huntsville, EEUU), así como Jefe del Equipo científico de EEUU para el Radiómetro de escaneo del satélite Aqua.
Se le considera científico escéptico respecto a la Teoría  del Cambio Climático, no porque niegue la evidencia del aumento de Temperatura Global, sino porque discrepa en las causas y magnitud del  Calentamiento.
Según afirma Roy Spencer, los cambios en la concentración atmosférica de CO2 se producen cuando hay un desequilibrio entre las fuentes de emisión y los sumideros de CO2. Afirma también que las áreas terrestres y oceánicas globales emiten unas 30 veces más CO2 a la atmósfera que el procedente de la quema de combustibles fósiles por los humanos. También, la vegetación y los océanos absorben aproximadamente una cantidad igual de CO2.
El aumento de CO2 observado desde 1958 en Mauna Loa probablemente esté ligado a las emisiones antropogénicas de CO2. La cuestión es que dadas las grandes variaciones mensuales en las fuentes y sumideros naturales de CO2 sería difícil ver una disminución en la fuente antropogénica de CO2 a menos que fuera muy grande (por ej, más del 50%).
La EIA (Administración de Información de Energia, EEUU) estima en un 11% la reducción de emisiones en 2020, a causa de la pandemia.
Esto es simplemente una reducción demasiado pequeña para resultar visible en un contexto de gran variabilidad mensual en el registro de emisiones de CO2.
La importancia del CO2 de origen antropogénico es muy pequeña en comparación con el CO2 procedente de fuentes naturales; por eso,  al reducirse las emisiones antropogénicas, el efecto pasa desapercibido, oculto entre la variabilidad de las emisiones naturales.
Utilizando un modelo de simulación creado por él (Roy Spencer), afirma que al menos la reducción de emisiones procedentes de la actividad humana  tendría que ser del 43% para que pudiera verse su "señal" en los registros de Mauna Loa (suponiendo que las fuentes naturales no fluctúen).
Roy Spencer añade que esta reducción del uso de combustibles fósiles del 43 % (o superior) estabilizaría la concentración atmosférica de CO2, detendría su aumento, quizás ocasionaría también algún cambio en el Clima, pero siempre a costa de enormes sacrificios para la Humanidad mientras no dispongamos de fuentes de energia alternativas suficientes para sustituir a los combustibles fósiles.
Para Roy Spencer, las oscilaciones "El Niño"y "La Niña" en el océano Pacífico y la variación de los patrones globales de nubosidad tienen una responsabilidad mucho mayor que el CO2 antrópico en la evolución del Sistema Clima.
                                    
Roy Spencer ve así el Ciclo del Carbono en la Naturaleza:

Los números expresan Gigatoneladas de Carbono (1 Gtn=Mil millones de toneladas) entrantes o salientes de la atmósfera por año. Los flujos con valor numérico en amarillo corresponden a fuentes y sumideros naturales; los números en rojo corresponden a fuentes antrópicas.

Añado una reflexión: 
Ahora, todos tenemos ya una percepción (subjetiva pero directa) de los cambios en nuestro modo de vida anterior ocasionados por la Covid-19. Y esto, ha sido con una reducción del 9-11% de las emisiones de CO2.
¿Te imaginas como debería ser nuestro nuevo modo de vida, en un escenario de reducción del 43%, ? (mientras no dispongamos de fuentes de energía, en cantidad y precio, sustitutivas de los combustibles fósiles). 


b) PNUMA:
El PNUMA es el Programa de las Naciones Unidas para el MedioAmbiente.
Sus informes se encuadran en el sector ortodoxo, respecto a la Teoría del Cambio Climático.
Los últimos informes del PNUMA  (abril 2020) sí ponen de manifiesto que los niveles de CO2 siguen aumentando en la atmósfera.
Advierte de la falsa sensación de optimismo de quienes esperaban que la Covid-19 redujera la concentración de CO2.
Argumenta que la reducción de emisiones de gases invernadero ( aunque no hace diferencia entre contaminantes y CO2) es un "espejismo" ya que ..."emitimos menos gases en el transporte y la industria, pero seguimos arrojando demasiados gases al quemar combustibles fósiles para producir electricidad. Y, por otra parte, los incendios forestales están emitiendo grandes cantidades de CO2 adicional" ....
Es decir, para el PNUMA, la reducción de emisiones debida a la Covid-19 ha sido muy pequeña; si bien el tráfico de vehículos y aviones, así como la actividad industrial se han reducido drásticamente en la mayoría de los países del mundo desde enero de 2020, se ha mantenido la producción de electricidad (64% media global procedente de combustibles fósiles), calefacciones de los hogares ...
No ha habido transformaciones trascendentales en el uso de la energía ni en el modelo energético durante este periodo.
Y los numerosos incendios activos de finales de 2019 y comienzo de 2020 añaden el CO2 complementario, justificando de esta manera el aumento de concentración de CO2.


A través de los enlaces que puedes ver a continuación puedes acceder a tres fuentes de datos, muy vistosas; dos sobre incendios activos en el mundo (actualizado cada tres horas) y la tercera sobre evolución de la cubierta arbórea en el mundo.
Active Fires (no visible en smartphone).
Global Forest Watch Fires, accceso al Sistema de Información de Incendios para la Gestión de Recursos  (FIRMS) de la NASA, que distribuye datos de incendios activos en tiempo casi real (dentro de las tres horas posteriores a la observación del fuego), a partir de la información recogida por los instrumentos MODIS y VIIRS (observación satelital).
Global Forest  Watch, con información sobre la evolución temporal de la cobertura arbórea, uso del suelo ...

El PNUMA no cree que haya que revisar o poner en cuestión ninguno de los postulados de la Teoría del Cambio Climático.
En su opinión, la reducción de emisiones de CO2 causada por la Covid-19, en realidad  ha sido muy pequeña y ha quedado enmascarada y compensada por el gran número de incendios activos en el mundo y por el reforzamiento de la producción de energía eléctrica a partir de combustibles fósiles, si bien esto último es difícil de entender y queda en entredicho cuando consultamos la evolución de la demanda y consumo de petróleo y gas durante la pandemia (la OPEP estima una reducción de consumo de petróleo del 19% durante 2020) además de la evidencia de la disminución de emisiones de CO2, solo posible si "quemamos" menos carbono.

Pero sí veo aceptable y probable (a falta de actualizar y mejorar la calidad de la informacións) el recurso al argumento de los incendios.
Según datos del Global Fire Emissions Database (GFED) y de un estudio ( ver original aquí) realizado por investigadores de EEUU y Países Bajos, para el periodo 1997-2016 ..." las emisiones brutas de CO2 de los incendios equivalen al 25% de las emisiones globales anuales de los combustibles fósiles" ...

Y la segunda mitad de 2019  (y primeros meses de 2020 en algunos casos) ha sido extraordinaria en lo referente a incendios, estarímos por encima del 25% señalado en el estudio anterior..

En agosto de 2019 se inició una sucesión de inmensos incendios forestales en Australia que han arrasado más de 10 millones de hectáreas; el 17 de enero de 2020, fuertes tormentas sobre las zonas afectadas trajeron un ligero alivio al trabajo de los bomberos en la zona sur del país, aunque muchos incendios continuaban activos en otras regiones.
También en Brasil, en julio de 2019, la red de vigilancia del INPE (Brasil) alertó de un gran incremento en el número de incendios en el área amazónica.
En la imagen de la izquierda, el área en rojo indica el CO liberado por los incendios en Brasil entre el 8 y 22 de agosto.
También en Indonesia (hasta final de noviembre de 2019) y en bosques boreales del círculo polar ártico (intensísimos, entre junio.agosto 2019) , Chernóbil (marzo-abril 2020) ...

Teniendo en cuenta que las primeras medidas de confinamiento y parada de actividad se decretaron en Asia en enero de 2020, es muy probable que quizás habríamos observado en mayo un mayor aumento de la concentración de CO2 en la curva de Keeling si no hubiera existido el efecto Covid-19.

Sí, es posible, ya que los incendios actúan de dos maneras sobre el CO2: aumentan su entrada en la atmósfera, por la combustión de biomasa y reducen su salida, ya que durante el tiempo en el que el bosque tarda en recuperarse no hay actividad fotosíntetica, no se absorbe CO2.

Si esto fuera así, mi pregunta quedaría respondida:
..." el CO2 procedente de la intensa ola de incendios iniciada en junio de 2019 ha servido para compensar e incluso superar el efecto de reducción de emisiones causada por la pandemia, y por esta razón, el CO2 ha seguido aumentando durante la pandemia, tal y como observamos, aunque más lentamente" ...

¿Podría ser esta la respuesta correcta?
Comprobemos el ritmo de crecimiento de la concentración atmosférica de CO2 de un año a otro (comparando el máximo del mes de mayo de cada año).
Entre  1970 y 2000, la concentración de CO2 aumentaba anualmente en torno a 1.5 ppm; desde el año 2000 el aumento anual medio pasó a ser de 2.11 ppm. .
El aumento medio de los últimos 12 años es de 2.5 ppm/año.
Y en mayo de 2020 tenemos 1.59 ppm de incremento respecto a mayo de 2019.
Por lo tanto, vemos que el CO2 ha continuado aumentando, pero lo ha hecho a un ritmo menor que la media de los últimos 20 años, +1.59 ppm frente a +2.5 ppm de media.

Esto pone de manifiesto que ha debido existir un agente reductor, sin cuya participación, el 17 de mayo habríamos registrado una concentración de 418.12 ppm (o superior) en lugar de 417.23 ppm.

Pero también es necesario señalar que durante 2018 la concentración de CO2 sufrió un aumento extraordinario (+4.6 ppm entre mayo 2018 y mayo 2019) muy por encima de la media anual (recuerda, +2.5 ppm). Quizás este año excepcional, el 2018, desvirtúe el significado del incremento de 2019, haciendo que parezca que ha habido un frenazo en el aumento de CO2 más importante de lo que es en realidad.

Veamos toda la serie de los últimos años: Mayo 2016 (máximo 407.6 ppm). Mayo 2017 (máximo 409.65 ppm). Mayo 2018 (máximo 411.25 ppm). Mayo 2019 (máximo 415.64 ppm) . Mayo 2020 (máximo 417.23 ppm)

Calculamos el incremento de este último año (2019), restando valor máximo de mayo de 2020 del de  mayo de 2019: resultado, +1.5 ppm de aumento, muy por debajo de la media de los últimos 20 años.

¿Es el incremento de este año inferior a la media debido al efecto reductor de emisiones causado por la Covid-19? ¿O, habría que pensar que el efecto reductor de la Covid-19 es mucho menor, y que el "pequeño" aumento anual de 1.5 ppm es tan solo la consecuencia de tener que restar de un valor excepcionalmente alto, como lo ha sido el de mayo de 2019?

Si el año anterior (mayo 2019) el CO2 hubiera aumentado según el valor medio de los últimos 12 años, en mayo de 2020, el registro de 417.23 ppm equivaldría a un aumento anual de +3.48 ppm, un incremento anual muy superior a la media. Y, entonces, volveriamos a la casilla de salida, preguntándonos por qué hay tanto CO2 en la atmosfera si emitimos un 11% menos.

Teniendo en cuenta la serie histórica de máximos de mayo de los últimos años, creo que el incremento anual de +1.5 ppm sí es engañoso y, distorsionado por el valor de mayo de 2019,  oculta la acción de fuentes de CO2 extra (naturales) que. durante 2019-2020, junto con la acción de los incendios, han emitido enormes cantidades de CO2 a la atmósfera y que , en última instancia, son las responsables de que no registremos una reducción mayor (ni más rápida, tal y como ha ocurrido con los óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre ...)  en la concentración atmosférica de CO2.

Y en este punto, sería conveniente recuperar algún argumento procedente del campo de los escépticos.
Esa fuente extra, que añadiría más CO2 (además del procedente de los incendios) y que ocultaría la reducción causada por la pandemia podría ser el liberado (por desgasificación del océano caliente) en la región del Pacífico denominada Niño 3.4, donde se han registrado temperaturas relativamente cálidas, similares a las condiciones de "El Niño" (desde 2018).
Estas condiciones generalmente se asocian a patrones climáticos tropicales modificados que hacen que muchas regiones terrestres sean más secas y reducen el crecimiento vegetal y la absorción de CO2 asociada.
Este comportamiento del océano en la región Niño 3.4  ha desempeñado un papel importante (junto con otros patrones de variabilidad atmosférica, ej. la nubosidad) en las condiciones cálidas y secas de Australia, lo que ha contribuido a la gravedad de los incendios forestales arriba mencionados.

Mi conclusión:
Una vez más me encuentro ante el complejo entramado de interacciones entre agentes naturales (algunos con protagonismo difícil de cuantificar, no bien conocido todavía) y la acción humana, en un escenario de Naturaleza no amistosa (el virus SARS-cov-2 es un accidente natural más en ese escenario, y no una respuesta defensiva frente a la Humanidad, o un castigo ... tal y como he oído en diferentes medios)..

Un océano recalentado que provoca un aumento de emisiones de CO2 hacia la atmósfera, que provoca a su vez sequía y elevado riesgo de incendio ..... incendios que causan gran merma del crecimiento vegetal y más CO2  hacia la atmósfera y menos absorción por parte de la vegetación, que deriva en un aumento del efecto invernadero global .... y llega una pandemia que desencadena una parada de actividad mundial que reduce las emisiones de CO2 entre el 9-11% en dos meses .... y que aumenta la mortalidad directa (por neumonía o/y enfermedades asociadas) e indirecta (por hambre) y que ......
Contrariamente a lo que a veces se escucha en los medios de difusión, no  existe un único botón de control (las emisiones de CO2) desde el que podamos manejar el Sistema Clima. Ya podía ser así de fácil.

Y nunca ha existido ningún idilio entre la Naturaleza y la Humanidad. Es falsa la idea de que todo iba bien entre el Hombre y la Naturaleza hasta que llegó la revolución industrial y nos volvimos locos con el CO2.

Soy consciente de que estas conclusiones no aportan gran cosa a las Ciencias de la Atmósfera y del Clima, pero al menos he intentado decir algo diferente de lo que estamos acostumbrados a oir.

Mucha paciencia, pues parece que, con el desconfinamiento, las emisiones de CO2 crecen de nuevo y que este "aire limpio" en nuestras ciudades ha sido algo temporal, pasajero.
Pero creo que los cambios traídos por la Covid-19 van a permanecer entre nosotros por largo tiempo.





martes, 12 de mayo de 2020

¿Por qué no desciende la concentración atmosférica de CO2? 
Iosu Marruedo. Biólogo


Han transcurrido dos meses de la entrada en vigor de las severas medidas de confinamiento adoptadas por la mayoría de los países europeos, a las que se han ido añadiendo EEUU y un buen número de paises de centro y sudamérica.
Bastante antes, desde enero de 2020, fueron China y otros países asiáticos quienes tomaron la delantera en la adopción de medidas de aislamiento y distanciamiento social para detener la expansión de la COVID-19, aunque ello conllevara la paralización de la producción industrial, del mercado y del consumo.

El transporte aéreo mundial, por señalar un ejemplo, a 10 de mayo de 2020 es tan solo el 10% de lo que teníamos a comienzos de año.

En las principales capitales del mundo y en prácticamente todas sus grandes ciudades se ha informado de la mejora de la calidad del aire, alcanzando parámetros óptimos, sobre todo en lo referente a la disminución de óxidos de nitrógeno, metano, dióxido de azufre y partículas sólidas en suspensión.

Hemos visto en TV el "antes" y el "después" comparando imágenes de satélite que monitorizan la concentración de óxidos de nitrógeno en la atmósfera.
La imagen siguiente es un ejemplo de ello.
En ella se puede observar el cambio producido en tan solo 10 días en la calidad del aire de las principales ciudades españolas por reducción de oxidos de nitrógenos presentes en el aire (Fuente: Elena Sanchez-García. Satélite Sentinel-SP)

Imágenes similares localizadas en China, Europa ... dan testimonio del efecto positivo sobre la calidad del aire, consecuencia de "la gran parada" de actividad mundial ocasionada por la Covid-19.

Pero sorprendentemente, durante estos meses nadie habla del CO2, aunque siga siendo considerado como el principal responsable de la "crisis climática".

Tenemos la evidencia de la reducción drástica y rápida de la concentración de contaminantes en el aire (aerosoles, NOx, SO2 ...) como efecto global, mundial.
Este fenómeno es coherente con la suposición de que la principal fuente de emisiones contaminantes es la actividad humana (industria, transportes, ganadería intensiva ...).
Y los hechos así parecen confirmarlo, ya que al detener estas actividades hemos observado que la concentración de estas sustancias en el aire ha disminuido nítida y rápidamente.

Pero no ha ocurrido así con el CO2.
Contrariamente a lo observado con los óxidos de nitrógeno, metano ... la concentración atmosférica de CO2 no ha disminuido.
Durante el último año ha seguido aumentado hasta alcanzar las 417.10 ppm (partes por millón) el 10 de mayo de 2020, tal y como puede observarse en la siguiente imagen elaborada según registros del observatorio de Mauna Loa (Hawaii, EEUU).

Uno de los pilares fundamentales que sostienen la Teoría del Cambio Climático atribuye a las actividades humanas (empleo de combustibles fósiles, agricultura intensiva, cambios de uso del suelo ...) la principal responsabilidad del incremento de la concentración atmosférica de CO2, considerando como casi irrelevante el aumento de concentración debido a emisiones naturales (océanos, vulcanismo ...).
Y sobre este supuesto se han construido la mayor parte de evaluaciones, recomendaciones y planes de futuro con el fin de frenar y revertir el llamado Cambio Climático.

La Covid-19 ha detenido la "gran fábrica mundial", ha detenido los transportes, ha detenido el consumo y ha limpiado el aire de las ciudades.

Pero no, el CO2 no ha disminuido.

Sigue ingresando nuevo CO2 en la atmósfera, con ritmo creciente, aunque sabemos que la fuente antrópica está muy disminuida.

¿Debemos seguir pensando que el incremento de CO2 se debe principalmente a las emisiones producidas por las actividades humanas?.
¿No deberíamos sospechar que si la fuente de CO2 antrópico se cierra pero el CO2 sigue entrando en la atmósfera incrementando su concentración semana tras semana pueda esto ser debido a que existen otras fuentes (naturales) con mayor protagonismo que el que hasta ahora se les ha dado en los modelos climáticos del IPCC?. (En los modelos climáticos del IPCC, las fuentes naturales de CO2 se suponen estables, no sujetas a ciclos de oscilación).

Evidentemente carezco de respuesta para estas preguntas, pero sí que espero, con curiosidad creciente, que los expertos del Clima se manifiesten al respecto.
Si el CO2 mantiene la tendencia observada hasta hoy, creo que los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC)  deberán revisar sus supuestos y rehacer sus modelos climáticos.

Y además, la curiosidad y la búsqueda del conocimiento ayudan a combatir el aburrimiento.
Todo ventajas.

Salud y prudencia en el desconfinamiento.

lunes, 23 de marzo de 2020

¿Podría la COVID-19 reducir la concentracion de CO2 atmosférico?
Iosu Marruedo. Biólogo.

La COVID-19 lo ha cambiado todo.
En un tiempo récord, ha sacudido el complejo entramado de relaciones, producción, desplazamientos e intercambios mercantiles, bloqueándolo y paralizando el mundo entero.
Pero al mismo tiempo, ha convertido el planeta en un inmenso laboratorio experimental.

En el ámbito de las Ciencias de la Atmósfera y del Clima, uno de los principios asumidos como ciertos en la teoría del Cambio Climático atribuye al aumento de concentración de CO2 atmosférico la principal responsabilidad del Calentamiento Global. Y afirma también que la mayor parte de ese aumento procede de las emisiones procedentes de las actividades humanas.
En consecuencia, toda medida dirigida a afrontar el Cambio Climático debe pasar inexorablemente por la reducción de esa concentración de CO2, no existiendo para ello otro camino que la reducción drástica de las emisiones de gases a la atmósfera.
Estas afirmaciones se sustentan en las conclusiones extraídas de la experimentación con escenarios simulados, reproducidos en modelos climáticos en un ordenador.

El tamaño del escenario (el planeta Tierra) y la complejidad de los sistemas y agentes implicados hacían imposible el diseño de experimentos de campo, sobre el terreno, en condiciones controladas; es por ello que se recurría a simular en un ordenador las condiciones ambientales (supuestamente, a criterio y conocimiento del constructor del modelo) y a partir de ese punto se "hacía correr" el modelo hacia el futuro, observando los fenómenos que tenían lugar.
Así se ha funcionado hasta hoy.

Pero el SARS-CoV-2 (virus causante de la pandemia COVID-19) sí ha detenido el mundo, reduciendo el 40% de actividad en China desde principios de enero, reduciendo el tráfico aéreo en Europa al 50% (11 de marzo), prohibiendo desplazamientos, causando un parón global en la actividad industrial, haciendo caer el uso, demanda y precio del petróleo hasta cifras que nadie podría creer hace tan solo un mes.

La COVID-19 nos ha preparado el terreno, nos ha regalado unas condiciones de experimentación que nunca pensaríamos poder obtener de otra manera ; pues aprovechemos y construyamos el experimento.

¿Cabría esperar que esta repentina parada mundial en la quema de combustibles fósiles hubiera dejado ya alguna señal en los registros de concentración atmosférica de CO2 durante el mes de febrero de 2020?

El lugar de monitoreo más utilizado para el control de la evolución temporal del CO2 atmosférico es el observatorio de Mauna Loa (Hawai. EEUU) situado a gran altura en una zona de alta presión persistente, que debería ser capaz de detectar estos cambios a medida que el Sistema Clima se mueve por el mundo.
La Imagen 1. muestra la evolución temporal de CO2 atmosférico desde la segunda semana de marzo de 2019 hasta la segunda semana de marzo de 2020. Las cumbres y valles que se observan son variaciones estacionales causadas por la escasa actividad fotosintética de la vegetación en el hemisferio norte durante el invierno.

Imagen 1.
Como puede observarse, la respuesta a la pregunta anterior es NO.
Quizás sería más prudente decir, todavía NO.
Ni en enero de 2020, ni en febrero, ni en las dos semanas de marzo representadas en la gráfica aparece ninguna señal que indique reducción de la concentración de CO2,
Aunque sabemos que la emisión de CO2 de origen antrópico (originada por las actividades de la Humanidad) ha descendido bruscamente, observamos que la concentración atmosférica sigue creciendo

¿Ineresante, no?

Ante la observación de estos datos, caben diferentes actitudes:

a) Podemos no hacer caso y esperar; quizás la señal llegue con retraso y se perciba dentro dos meses. Mientras tanto, podemos adherirnos a la teoría convencional (mayoritaria) promovida por el IPCC: el aumento de las emisiones de CO2 de origen antrópico es la causa del aumento de su concentración en la atmósfera y ésta, a su vez, provoca el Calentamiento Global.
Y si al cabo de un mes el registro de Mauna Loa muestra un "valle" en la tendencia anual, pues todos contentos, el IPCC está en lo cierto, el CO2 de origen antrópico es quien "tira" hacia arriba de la Temperatura global.

b) Podemos considerar que los incendios que han arrasado Australia desde el otoño pasado, han inyectado en la atmósfera suficiente cantidad de CO2 durante este invierno como para cubrir el déficit provocado por el parón de la pandemia COVID-19.
Es una consideración interesante y existen investigaciones en marcha dirigidas a conocer el verdadero papel de los aerosoles de incendios y volcanes en la meteorología y el Clima, pues hasta el presente, hay científicos que afirman que causan enfriamiento mientras otros afirman lo contrario.
Los incendios de Australia han arrojado a la Atmósfera (y Estratosfera, llegando hasta los 22 km de altura) ingentes cantidades de gases, cenizas y aerosoles.
Constituye este fenómeno otro ensayo real (no simulaciones) para averiguar su impacto en la temperatura global terrestre y el Sistema Clima. Pero por ahora, tenemos que esperar a las conclusiones.

c) Podemos reconsiderar otras  estudios, valoraciones y resultados que difieren de lo que se llama ciencia climática convencional. Son las posiciones sostenidas por los científicos escépticos.
Estos científicos (grupo minoritario) no niegan la evidencia del Cambio Climático, pero sí ponen en duda su causa humana,  su magnitud o la gravedad de los daños que pudiera ocasionar. Podemos citar entre ellos a Judith Curry, Anthony Watts, Roy Spencer, John R. Christy, Murry Salby ...

Conviene aclarar que su posición "escéptica" afecta únicamente a los agentes y procesos de cambio en el Sistema Clima, no al problema global de los agentes y procesos de contaminación de los Sistemas Naturales. No debemos mezclar contaminación y Clima, son sujetos de estudio relacionados, pero bien diferentes.

El fuego cruzado entre las posiciones convencionales (IPCC) y los argumentos de las teorías no convencionales es intenso y enormemente interesante.
Lamentablemente, el libre acceso al contenido de esos debates con cruce de argumentos científicos en un sentido u otro es difícil, por un lado debido a la propia dificultad de comprensión de determinados conceptos de física de la atmósfera pero, principalmente, porque están completamente marginados de los medios de difusión,donde lo que se anuncia es la existencia de consenso en torno a la teoría convencional , que se presenta como cierta y probada, por lo que el debate es ya innecesario.

Quisiera llamar la atención sobre una de las teorías no convencionales, la teoría promovida por el Dr. Murry Salby  (Helmut Schmidt University, Hamburgo. Alemania).
En el video que puedes ver más abajo tienes acceso a una de sus últimas conferencias (en inglés), en la que responde a críticas recibidas y rebate determinados supuestos utilizados en la construcción de los modelos climáticos que utiliza el IPCC y en los que èste se basa para sostener la teoría convencional.
El Dr. Salby ha realizado numerosos trabajos de investigación con objeto de conocer el origen del CO2 que ingresa en la atmósfera,  utilizando como metodología principal la variación temporal de la relación entre los isótopos C13/C12 en el CO2.

  Video conferencia del Dr Salby, argumentando en defensa de su teoría (en inglés, con subtítulos en inglés).

Afirma y argumenta que el incremento de CO2 en la atmósfera debido a las actividades de la Humanidad (CO2 de origen antrópico) constituiría tan solo el 20-30% del total, correspondiendo el 70-80%  restante a CO2 de origen natural.
Afirma que desde el s. XIX el planeta experimenta un  proceso de Calentamiento Global natural, una oscilación natural templada en respuesta a la fase fria iniciada en el s.XVI conocida en Europa como la Pequeña Edad de Hielo.
Ese aumento de la temperatura global causa la desgasificación de mares y océanos ya que la solubilidad de los gases en el agua es inversamente proporcional a la temperatura de ésta (Ley de Henry); de esta manera enormes cantidades de CO2 entran en la atmósfera procedente de los océanos, reforzando a su vez el efecto invernadero, causando más calentamiento y más desgasificación.
Es decir, según él, ".. es el aumento de temperatura global quien causa el aumento de CO2 y no al revés como sostiene la hipótesis convencional del IPCC ....".  

Para el Dr. Salby, hasta el 80% del aumento de CO2 en la atmósfera tendría origen natural, procedente de océanos y respiración de masas vegetales continentales; tan solo el 20% tendría un origen antrópico (actividad humana). Si pasado un tiempo no se aprecia ninguna señal de reducción de la concentración de CO2, habiendo existido una brusca merma en sus emisiones antrópicas, la hipótesis del Dr. Salby saldría reforzada y el IPCC tendría que revisar alguna de sus suposiciones.
Critica fuertemente los supuestos del IPCC empleados en sus modelos climáticos en lo referente a los sumideros de CO2; afirma que los sistemas terrestres están interconectados, no compartimentalizados, por lo que la "salida" de CO2 de la atmósfera se hará siempre a la velocidad del sumidero más eficaz, más rápido; en los modelos climáticos del IPCC, los sumideros están compartimentalizados, cada uno vacía de CO2 su compartimento (suelos, mares, lagos ...), de tal modo que la velocidad de retirada de CO2 de la atmósfera viene impuesta por el sumidero más lento; este planteamiento crea sobrecalentamiento en todas las simulaciones.

¿Quien  está en lo cierto?

Bien, si te aburres con el confinamiento, estás ya cansado de Netflix, has planchado el montón de ropa que llevaba un mes en el armario esperando su oportunidad ... y no sabes que hacer, pues ya tienes algo en lo que pensar, y atento a esta tarea:
Tarea :
observa la evolución de la curva de CO2 (curva de Keeling) haciendo click en este enlace.
Puedes elegir la representación gráfica semanal, de los últimos seis meses, anual, ....
Te recomiendo la anual.  Veremos si desciende.

Si ves novedades, añade un comentario.
Buena suerte.


jueves, 19 de marzo de 2020

Los invitados indeseables
Iosu Marruedo. Biólogo

Nadie lo habia invitado, pero se ha presentado. Y su presencia está causando cambios en todos los sitemas globales (tanto naturales como antrópicos) de una magnitud y rapidez desconocida hasta el presente.
Como ya habrás adivinado, me refiero a la actual pandemia por COVID-19, que ha irrumpido en el planeta alterando profundamente el estado de todos los sistemas: ha puesto patas arriba la Sociosfera (trama social de relaciones económicas, sociales, culturales ...) Tecnosfera (sistemas de producción, redes tecnológicas y cadenas industriales), Atmósfera (ha provocado una disminución brusca de las emisiones de CO2, metano, SO2 ... limpiando el aire de las ciudades como ni en los más optimistas sueños de Greta Thunberg ) líneas de transporte aéreo y marítimo, fronteras, .....    
Presenciamos atónitos (por lo inesperado) la rapidez con la que se extiende la amenaza a la salud de los individuos, las tensiones que esto crea en los respectivos sitemas de salud de cada país, la parálisis del tejido productivo que las medidas adoptadas conllevan y la destrucción económica consecuente, que están ocasionando un empobrecimiento global inimaginable hace tan solo un mes atrás.

Pero también podemos ver algún aspecto positivo:
Desde la perspectiva de la Ciencia experimental, por primera vez en el campo de las Ciencias del Medio Ambiente, tenemos un laboratorio (accidental, eso sí) en el que podemos experimentar (no simular en programas de ordenador) a escala real las interacciones de agentes desconocidos hasta la fecha.   
Por primera vez, podremos verificar (no simular) si una rápida reducción de emisiones de gases a la atmósfera tiene incidencia en las temperaturas medias globales de la baja troposfera. Podremos observar la magnitud y velocidad de esos cambios.

Junto con el otro invitado no deseado que el planeta ha recibido en estos últimos meses (los devastadores incendios en el continente australiano, que han arrojado a la atmósfera toneladas de gases y aerosoles, llegando hasta los 22 km de altitud) podremos observar en directo y a escala global la influencia de los aerosoles en el efecto invernadero terrestre,  podremos relacionar entre sí parámetros de la Sociosfera con parámetros de la Atmósfera, Biosfera, Hidrosfera ..... (como por ej. ¿las medidas de contención adoptadas son más eficaces en regímes autoritarios o en regímenes democráticos?; ¿el estado de bienestar se garantiza desde un sistema de salud privado o sistema de salud público?; ¿debe replantearse la relación entre el sistema de bienestar y el nivel de consumo? ¿cual es el consumo aceptable, justificado para el mantenimiento del estado de bienestar? ....) y aumentar el conocimiento sobre las complejas interacciones que tienen lugar en nuestro planeta.

A la espera de novedades sobre todos estos ensayos que ya están en marcha (tanto ambientales como socio-económicos y epidemiológicos) salud,  paciencia y buena suerte a todos,  tengamos la esperanza de que al final de esta crisis nuestro conocimiento en todos esos ámbitos será mayor.


sábado, 8 de febrero de 2020

El Delta del Ebro: ya no sostenible, dificilmente soportable.
Iosu Marruedo. Biólogo.

Durante los días 19-21 del pasado enero, la borrasca Gloria afectó gravemente el litoral mediterráneo (especialmente en la comunidad de Valencia y Cataluña) , provocando abundantes lluvias y nevadas en el interior, riadas, inundaciones y cuantiosos daños en playas, paseos marítimos y zonas costeras urbanizadas; pero la noticia más relevante reside en los gravísimos daños producidos en el conjunto sedimentario del Delta del Ebro, con rotura de su perímetro en diversos puntos, y penetración del agua de mar hasta casi engullirlo por completo.

En la animación podemos apreciar la diferencia de superficie Tierra/Agua  entre el 11 de enero y el 23 de enero tras el paso de Gloria. (Imagen: Satélite Sentinel 2A-2B. Indice EVI.). La parte sumergida se aprecia en color azul claro;  como puede observarse, la mitad norte del Delta fue casi completamente anegada por el mar.


En las dos imágenes siguientes, utilizando la banda del infrarrojo próximo (Sentinel 2A) se ponen de manifiesto los daños sufridos en el perímetro del conjunto sedimentario, especialmente en la barra del Trabucador y los arenales de la playa de la isla de Buda, comparando el estado del 11 de enero con el 26 de enero tras el paso de la borrasca Gloria.




El 23 de enero, algunos medios de comunicación difundieron imágenes satelitales del antes y el después, dando a conocer la magnitud y gravedad de los daños en el Delta del Ebro. El desastre era importante, considerando, además del Delta, el elevado número de municipios afectados con destrucción de sus paseos marítimos, daños en edificaciones próximas al litoral y desaparición de playas. Y esto era noticia.

Y esta noticia podría haber sido aprovechada como ocasión de proporcionar datos y opiniones de especialistas, intentando aumentar el conocimiento del ciudadano sobre los asuntos del medio ambiente y, de esta manera, contribuir a formar criterio y fomentar actitudes responsables.
Pero no fue así. Todo quedó reducido al impacto mediático de las imágenes de riadas, inundaciones y desperfectos urbanísticos, con abundantes referencias al elevado riesgo de nuevos sucesos semejantes que tan solo contribuían a la difusión de miedo.

El tratamiento dado en los medios de comunicación (prensa escrita, radios, televisiones ..) al paso de la tormenta Gloría y a sus efectos se centró en difundir un doble mensaje:
1. Las tormentas como Gloria son un fenómeno nuevo, reciente, desconocido hasta el día de hoy.
2. La Tormenta Gloria es Cambio Climático; a partir de ahora, con toda probabilidad, tormentas semejantes se repetirán con mayor frecuencia.

Y como otras tantas veces, los datos y el conocimiento actual sobre estos fenómenos nos presentan una realidad diferente.

Porque no es verdad que la tormenta Gloria sea un fenómeno nuevo y raro.
Hace ya algunos años (2008) científicos de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) iniciaron un estudio de las tormentas "tropicales" en el Mediterráneo, hasta entonces un fenómeno meteorológico poco conocido y poco estudiado.
Detectaron (entre 1983 y 2008) unas 40 tormentas, denominadas medicanes, (mediterranean hurricane) con las mismas características que las borrascas tropicales pero sin alcanzar la intensidad de los huracanes. Este fenómeno ha afectado en siete u ocho ocasiones a las costas peninsulares españolas y en seis a las de las islas Baleares (atendiendo tan solo al período de 25 años objeto de ese estudio). Según el entonces Director de esta investigación del Centro de Meteorología del Departamento de Física de la UIB, Lluis Fita:
...."los medicanes son un fenómeno meteorológico poco conocido; hasta ahora no se había hecho un recuento de los mismos ni un estudio de por qué se producen, algo que aún está en parte por esclarecer"....
Los medicanes son más frecuentes de lo que parece, produciéndose uno o dos al año. La primera tormenta de este tipo detectada en el estudio data de 1983 (Sicilia), si bien tenemos testimonios de tormentas anteriores, como la del 29 de diciembre de 1959 que también afectó gravemente al Delta del Ebro.
El profesor de Meteorología de la UIB, Romu Romero (cuyo grupo lleva años investigando los medicanes) afirmó, en 2017, que,en la medida que la temperatura del Mediterraneo ascienda en los años venideros, se espera una reducción (entre un 5% y un 10%) en el número de tormentas, pero que cuando se formen, serán más intensas.
Es decir, las tormentas tropicales en el Mediterráneo se reconocen como un fenómeno "característico" de este mar, con frecuencia e intensidad cambiante, en la medida en que la temperatura del mar es también cambiante.


Debemos recordar que el Delta del Ebro conoció el periodo de mayor crecimiento de su historia entre 1900 y 1920.
A partir de la década de los 30, coincidiendo con la construcción de los primeros embalses y regadíos, su expansión se detuvo.

Los conjuntos sedimentarios deltaicos, todos, siempre están sujetos a un proceso natural de hundimiento (subsidencia) por compactación de los sedimentos blandos que allí  deposita el río.
La única manera de compensar el hundimiento es añadir nuevos sedimentos.
De esta manera, el aspecto y estado en un momento determinado de un delta, será el resultado de un equilibrio inestable entre la acción constructora del río (que debe aportar continuamente nuevos sedimentos) y la acción destructora del mar, que tiende a erosionar, transportar y dispersar por todo el litoral los materiales entregados por el río.

Cuando un río deja de aportar sedimentos suficientes en la desembocadura, su delta empieza a retraerse incluso hasta su total desaparición; y esto ocurre con Calentamiento Global o sin Calentamiento Global, siendo ésta una variable casi irrelevante ante el resultado final.

En la década de los 40, el retroceso de la desembocadura del Ebro es ya notorio.
El 29 de diciembre de 1959, una gran tormenta (un medicane) combinada con la crecida del río casi derriba el faro de Buda. En 1962, el faro desaparece para siempre.

El elevado número de embalses construidos en la cuenca del Ebro y el aumento de la superficie de regadío durante el siglo XX ha ocasionado una drástica disminución de los sedimentos hacia el Delta. Se estima que los embalses retienen el 93,7% de los sedimentos (Varela et al. 1986) que el río aportaría al Delta.
En esta imagen de la cuenca Hidrográfica del Ebro, el círculo rojo representa el área actual de aportación natural de sedimentos para la acción constructora deltaica (desde el embalse de Flix hasta la desembocadura). 

El mar Mediterráneo sigue actuando como de costumbre, con periódicas tormentas que tienden a disgregar los sedimentos deltaicos aportados por el río Ebro. Pero el Ebro carece ya de la capacidad de reposición de los materiales dispersados por el mar.
El diálogo entre el mar y el río que se produce en el Delta lleva camino de convertirse en un monólogo a cargo del mar.
La decisión de construir más embalses y más regadíos en el interior conlleva implícita la decisión de  reducción del Delta del Ebro. Deberíamos ser conscientes de ello, asumir las decisiones y adaptarnos a sus consecuencias.

El Delta del Ebro hace años que no es sostenible, pues hace mucho tiempo que perdió la capacidad de mantenerse a sí mismo.
Quizás pueda ser soportable durante algunos años más, dependiendo de la magnitud del soporte que le brinde la intervención humana sustitutiva.

Salvo que se realicen importantes acciones (con fuerte inversion económica) para recircular los sedimentos atrapados en los embalses, garantizar un caudal suficiente en la desembocadura y construir ( obra de ingeniería) nuevas barras de protección para el perímetro deltaico más debilitado, podemos afirmar que al Delta del Ebro le espera un futuro muy negro.
La pérdida del Delta no entraña tan solo la pérdida de un paisaje o destino turístico; con el Delta, se pierde biodiversidad, se pierde agricultura, se pierden playas y un muy importante agente de modelado litoral, se pierden pesquerias ..... 

A diferencia de los escuchado  a presentadores y tertulianos, invocando repetidamente la expresión Cambio Climático  como la causa de todos los males que nos ha traído Gloria, os recomiendo la lectura del comunicado realizado el 24 de enero por el Ilustre Colegio de Geólogos en el que se recomienda "deconstruir el litoral y aportar sedimentos a los ríos para evitar otras catástrofes".
Sin utilizar ni una sola vez las expresiones Cambio Climático ni Calentamiento Global, se presenta en pocas líneas un acertado diagnóstico del problema y se apunta la solución.
En palabras del geólogo Joan Manuel Vilaplana (experto del ICOG en Riesgos Naturales y miembro del RiskNat de la Universidad de Barcelona):

.." los temporales de levante son fenómenos relativamente frecuentes en el Mediterráneo, pero con un litoral tan antropizado por infraestructuras y viviendas en primera línea y unos ríos y rieras que no acarrean sedimentos, estamos impidiendo la renovación natural de las playas .... debemos dejar que éstas actúen como barrera natural frente al mar"..." debieran retirarse infraestructuras y viviendas de primera línea y trasladarlas al interior"...

Un litoral antropizado es aquel que se encuentra ocupado (y alterado) por infraestructuras (autopistas, vías ferroviarias ..) complejos hoteleros, urbanizaciones de chalets, paseos marítimos sobre el mismo límite de altamar ocupando el arenal, diques y puertos deportivos .....

En este video se observan los daños del temporal Gloria en Denia (Valencia), constituyendo un buen ejemplo de litoral antropizado.

Tan solo una mezcla de ingnorancia, avaricia e insensatez han podido llevar a tantos ayuntamientos de la costa mediterránea a la aprobación de planes urbanísticos "suicidas", como el que podemos ver en este video, multiplicando irresponsablemente el número de dianas sobre las que los temporales pueden hacer blanco.

Utilizar el complejo fenómeno del Cambio Climático como explicación de lo sucedido, me recuerda al suceso de las epidemias de peste europea en el s. XIV atribuidas al castigo de la ira de Dios por nuestros pecados.
La causa no es el ascenso del mar (una de las terribles armas del Cambio Climático).

Haciendo clic aquí puedes ver una representación global de la magnitud del ascenso del nivel del mar Mediterraneo.
La tendencia de los últimos 26 años, muestra un ascenso de 0.5-1 mm frente a Málaga, de 1-2 mm frente a Valencia y de 2-3 mm frente a Cataluña.
La NOAA fija un valor  (global medio para todo el Mediterráneo) de 2,3 mm al año.
Eso son 23 cm de ascenso en 100 años; pero las olas durante el temporal alcanzaron 6 metros; las depresiones tormentosas abomban la superficie del mar y lo elevan, añadiendo un fuerte oleaje causado por los vientos. Esto es lo que ha producido los daños. Después de las 46 horas de duración de la borrasca, el mar vuelve a su sitio.

Por lo tanto, cuando las olas entran en el salón de tu chalet de primera línea, no es el Cambio Climático, eres tú que estás donde nunca deberías haber estado.
Cuando el Delta se desnuda de sedimentos, que quedan retenidos en las paredes de los embalses, no es el Cambio Climático, es la consecuencia de un modelo de desarrollo que promueve la construcción de embalses y regadío.

Ayer conocí que el Ayuntamiento de Ontynent (Alicante) ha adoptado el acuerdo para comprar y derribar 40 viviendas situadas (desde hace 42 años) junto al cauce del río Clariano y que resultaron completamente anegadas tras el paso de la tormenta Gloria. En el lugar todavía ocupado por estas viviendas (ya habían sufrido otras inundaciones anteriormente) el Ayuntamiento construirá un parque fluvial inundable.
Hay un viejo refrán valenciano que dice .." A vora riu, no faces niu".. (Al lado del río, no hagas nido). Pues eso.
Si cunde el ejemplo del Ayuntamiento de Ontynent quizas quede alguna esperanza de que, lentamente, empezemos a caminar en la buena dirección y la próxima tormenta nos pille mejor preparados. Porque habrá próxima tormenta.













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