domingo, 23 de julio de 2023

 El impacto silencioso del calentamiento del subsuelo urbano.

Iosu Marruedo. Biólogo


El pasado 11 de julio (2023) la revista Communications engineering publicó el articulo (ver aquí) titulado The silent impact of underground climate change o civil infrastructure, (autor Alessandro F. Rotta Loria).  

Con anterioridad, ya en este mismo blog, nos hemos referido a la importancia de las islas urbanas de calor y a la probable interferencia que éste fenómeno ocasiona en la determinación de la magnitud y ritmo del Calentamiento Global. 

En el estudio que arriba se cita, Alessandro F. Rotta Loria utiliza como sujeto el subsuelo del distrito financiero de Chicago (Chicago Loop), estableciendo un punto de referencia para contraste en Grant park, una zona verde próxima al lago Michigan. 

Llega a las siguientes conclusiones (resumen):

1.- El suelo debajo de las grandes áreas urbanas se está calentando, lo que genera más islas de calor subterráneas. Este calentamiento subterráneo tiene dos tipos de causa: una antropogénica (derivada del conjunto de actividades humanas que consumen energía y libera calor como residuo) y otra meteorológica.

2.- La causa principal (de desarrollo rápido, a escala de años) consiste en perturbaciones térmicas del subsuelo debido a la actividad humana. Los edificios e infraestructuras inyectan (por conducción) continuamente calor al subsuelo, debido a pérdidas térmicas asociadas a la calefacción interior. Se añade a esto el efecto del transporte subterráneo, uso de túneles, frenado de trenes y vagones de metro, acumulación de viajeros, aparcamientos subterráneos, cables de alta tensión ...

3.- También las influencias meteorológicas contribuyen (secundariamente) al calentamiento del subsuelo. El aumento de la temperatura del aire sobre el suelo debido a la radiación solar recibida y otras fuentes de calor (emisión de calor por parte de los materiales de construcción, superficies asfaltadas ...) ayuda al establecimiento de la isla de calor urbana y, en consecuencia, como si fuera su huella térmica, de la isla de calor en el subsuelo.

4.- Para alcanzar sus conclusiones, el autor ha utilizado un modelo informático alimentado con datos que su equipo recopiló a través de una red de 150 sensores instalados en el subsuelo de Chicago (Chicago Loop) y en Grant Park, espacio verde elegido como punto de referencia para contraste. En el subsuelo percibe importantes desplazamiento y deformaciones (varios mm de hundimiento del suelo) que, en algún caso, podrían ser incompatibles con los requisitos operativos de las estructuras civiles. Los datos de los sensores indicaron que la temperatura del subsuelo del distrito financiero de Chicago llegó a ser 10ºC más elevada que en Grant Park.

5.- Recomienda, en consecuencia, que este calentamiento subterráneo sea considerado en las futuras estrategias de planificación urbana para evitar posibles daños y mal funcionamiento estructural.

Hasta aquí las conclusiones aportadas por el estudio.

Añadamos ahora la reflexión.

Tanto el fenómeno isla urbana de calor como el calentamiento del subsuelo tienen su origen en la emisión de calor derivada principalmente de la intensa actividad humana que se produce en las grandes ciudades, y, secundariamente, también por causas meteorológicas (radiación solar recibida, movimiento de masas de aire, patrones de nubosidad ...).

La causa principal (la antropogénica) no aparece vinculada con el tipo de fuente de energía utilizada para la realización de las actividades que generan el calor residual, sino con la magnitud de su consumo. El calor es tratado como un residuo más de la actividad humana, como los plásticos ...

¿Habría alguna diferencia en el calentamiento del subsuelo si la misma cantidad de energía consumida procediera de aerogeneradores? ¿Desaparecería la isla de calor en el subsuelo?

¿Podemos seguir poniendo la reducción de emisiones de CO2 en el centro de la diana hacia la que apuntan los esfuerzos de la llamada transición energética? Es evidente que la respuesta a ésta y anteriores preguntas es NO. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es un objetivo insuficiente.

En el centro de la diana hacia donde todos los esfuerzos debieran apuntar deberíamos poner la reducción del consumo de energía (sí, de las fuentes menos contaminantes que dispongamos, pero reducción), acompañada de la reducción del uso de recursos y materias primas. Si consiguiéramos avanzar hacia la reducción del consumo energético, el objetivo de la reducción de gases de efecto invernadero se conseguiría por añadidura.

Personalmente, desconfío de las iniciativas que promueven medidas para la reducción de los gases invernadero pero evitan cualquier regulación que pueda poner límites al consumo de energía. Sin embargo, este es el escenario que tenemos hoy: la demanda global de energía sigue en aumento a la vez que se realizan enormes inversiones económicas en sectores como el coche eléctrico en nombre de la transición energética. ¿Alguien explicará algun día que si el aumento de demanda energética continua más rápido que el avance en fuentes renovables, éstas no podrán nunca sustituir a aquellas sino que solo serán un complemento elegante de los países ricos?.

Los países desarrollados, el llamado primer mundo, deberían aceptar dar pasos hacia el decrecimiento, su decrecimiento (abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento) , a la vez que deberían permitir y facilitar el acceso a la energía de los "menos afortunados" (los también conocidos como países en vías de desarrollo).

Creo que se puede decir que los problemas globales más acuciantes que padece la Humanidad son la contaminación de los Sistemas Naturales (por residuos, incluyendo el calor) y la desigualdad en el acceso a la energía (es decir, al desarrollo económico y social).

Tan solo el esfuerzo de los más ricos aceptando dar algún paso hacia su decrecimiento (relocalizar, redistribuir, reducir, reutilizar ...) nos acercaría hacia el objetivo de la reducción de residuos (considerando el calor como un residuo más, como los plásticos, los óxidos de nitrógeno, como los residuos fitosanitarios y los derivados de la actividad bélica, como la basura tecnológica ...etc).

El artículo de Alessandro F. Rotta (creo que sin pretenderlo) pone el acento en los excesos y peligros del modelo de consumo energético (y recursos) de las grandes ciudades. Es como si en ellas se condensaran todos los errores del desarrollismo neoliberal. Y todo esto sin hacer alusiones al CO2 y concediendo una gran autonomía al papel de la meteorología y del Clima.

Asombroso.

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